Tan aisladas están las comunidades indígenas antioqueñas del mundo occidental que ni siquiera el virus ha logrado alcanzarlos. Aún así, estos pueblos están en alerta roja por la presencia del covid-19 en 20 de los 33 municipios que tienen indígenas.
Parece una paradoja. El aislamiento, que evita el contagio, para ellos es la enfermedad: “para nosotros, la salud es ausencia de enfermedad. Para ellos salud es poder moverse en el territorio con los animales. Para ellos se trata de un equilibrio con la madre tierra”, explicó la epidemióloga de la Secretaría Seccional de Salud, Mónica Londoño.
En Antioquia, según el censo 2018 del Dane, viven 37.628 indígenas de seis pueblos reconocidos: embera chamí, dmbera eyábida, embera dóbida, guna-dule, senu y nutabe. El 5,5 % del área geográfica departamental pertenece a estos pueblos que se reparten en 56 resguardos y 212 comunidades de 32 municipios.
Primer caso
Gustavo Vélez, consejero de Salud de la Organización Indígena de Antioquia (OIA), dijo que el 16 de junio se confirmó el primer caso de covid-19 en indígenas. Se trató de una mujer del Urabá que, según creen, se contagió en un centro de salud en el que estuvo internada por otras razones.
Una vez dio positivo, agregó, se desplegó la ruta con la EPS Asociación Indígena del Cauca (AIC) para realizar el cerco epidemiológico a su familia y a la comunidad de la que proviene y se identificó que no hay otro caso en su núcleo. La mujer se encuentra en un hospital de Medellín y no podrá ingresar a su territorio.
Que solo haya un caso registrado “se debe a que las autoridades indígenas han tomado medidas de autoprotección desde días antes del aislamiento obligatorio decretado por el Gobierno Nacional”, agregó el consejero.
La Guardia Indígena se ha encargado de la restricción de salidas y regulación de ingresos: solo se dejan salir en casos de extrema urgencia.
Los retos frente al covid
Los indígenas se resguardaron hasta 15 días antes de que se declarara la cuarentena porque creían que la pandemia se solucionaría a corto plazo. Según explicó Vélez, no estaban listos para un confinamiento tan largo que ha generado, entre otras problemáticas, hambre al interior de las comunidades.
A eso se suma que en regiones como Bajo Cauca y Urabá, no cuentan con acceso a agua, lo que dificulta mantener los protocolos de bioseguridad. De acuerdo con el consejero Vélez, “estas comunidades no cuentan con una política de atención en el marco de la pandemia. Las pruebas se están realizando si hay algún caso positivo. De resto no tenemos ningún sistema de pruebas para saber si otros compañeros están infectados”.
A eso se suma que en Suroeste y parte del Bajo Cauca hay un confinamiento adicional por la presencia de grupos armados, informó el gerente de Indígenas de Antioquia, Richar Sierra.
Las dinámicas sociales y las prácticas culturales también se han visto afectadas. Sierra explicó que han variado los métodos de subsistencia y de cosecha y que las restricciones de movilidad han perjudicado los procesos organizativos y colectivos, por lo que han tenido que desistir de varias prácticas comunitarias ancestrales.
Medidas de prevención
La OIA reportó que ha desarrollado campañas educativas para explicar a las poblaciones qué es el virus y qué medidas de autoprotección deben tomar. Además se han intervenido rituales propios de cada pueblo y se han monitoreado estructuras tradicionales de salud, como baños o sahumerios y otras prácticas espirituales, para evitar contagios.
La Gobernación, con el apoyo de alcaldías y autoridades indígenas, entregó hasta junio 2.045 kits alimentarios a las comunidades indígenas de Frontino, Turbo, Vigía del Fuerte y Murindó.
Y el Gobierno Nacional informó que los paquetes alimentarios destinados a estas poblaciones superan los 9.000 y están siendo entregados por la Unidad Nacional del Riesgo en coordinación con la Gobernación.
en 32 municipios.