EL COLOMBIANO está haciendo una cobertura completa con los artículos más relevantes sobre el coronavirus y para lectores de todas las edades. Encuentra lo que debes saber de la pandemia aquí.
En 1890 un bacteriólogo e higienista alemán, Carl Flügge, descubrió que hablar, hasta en voz baja, generaba gotas diminutas que se quedaban el aire. Su hallazgo dio pie a que la medicina comprendiera y estudiara más el tema de las infecciones en las heridas quirúrgicas en medio de una operación –cuando los doctores no usaban nada en su cara– y a que años después en las salas de cirugía se comenzara a usar un rectángulo de gasa que tapaba la boca de los galenos, como detalla el texto Historia de las máscaras quirúrgicas del investigador John L. Spooner.
Las primeras anotaciones son médicas y pensadas exclusivamente para cuidar a un paciente y no infectarlo. A medida que pasó el tiempo se vio su utilidad para que los doctores no se contagiaran. “En 1918 se confirmó la efectividad de estas máscaras faciales en hospitales militares para proteger al personal que atendía pacientes con enfermedades contagiosas”, anota Spooner. Una relación de protección de ida y vuelta.
Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la covid-19 como pandemia, el 11 de marzo de 2020, se dijo que los tapabocas solo los debía usarlos quienes estuvieran enfermos y el personal del área de la salud. Casi un mes después la misma OMS recomendó el uso masivo de estas máscaras faciales, aclarando que no eran “la solución milagro”, pero era mejor usarlas, y que lavarse las manos era la medida más efectiva.
Recuerda César Augusto Toro García, referente de enfermedades transmisibles de la Secretaría Seccional de Salud y Protección Social de Antioquia, que esto se dio “debido a cómo fue evolucionando la enfermedad”.
Y hoy, tres meses después de esa declaratoria, “las personas lo usan porque es un mecanismo de barrera que nos protege ante la exposición al virus, dado que este se transmite por microgotas”, aclara Toro. En noventa días y en esta cultura, poco acostumbrada a ponérselo, el tapabocas se movió entre las aguas del cuidado propio y el ajeno. Se empezó a emplear para frenar el contagio. Más que evitar que usted lo adquiera, protege a quienes lo rodean. Así, si usted tiene el virus pero no lo han detectado –es un paciente asintomático– no contagiará a los demás.
El psicólogo clínico y profesor de psicología evolutiva de la Universidad Antonio Nariño, Santiago Gualteros, explica que históricamente, desde la psicología, el simbolismo ha representado una parte importante en el comportamiento humano y el que tenía el tapabocas cambió radicalmente. “Antes de esta pandemia una mascarilla representaba aislamiento, se identificaba a quien lo usara como una persona enferma, hoy se ve como un elemento de seguridad, protección y cuidado de sí mismo y del otro”.
El psicólogo clínico de la Universidad Nacional, Olmo Sierra, considera que a pesar de todo lo que ha pasado, todavía no hay una comprensión arraigada en esta sociedad de lo que realmente significa esta prenda, ya que muchos lo ven como una obligación. “No tengo claro aún que la gente realmente entienda que se está cuidando así mismo y a los demás”. Se trata de protegerlo de esas gotículas que salen de la boca, solo que por cuenta de la incertidumbre y las condiciones de uso de las mascarillas que han ido cambiando de no ponérsela a sí hacerlo en cuestión de semanas, “entonces uno veía gente que lo usaba mal (y aún hoy lo hacen) o hasta se daba besos con los tapabocas puestos”, indica Sierra.
Además de ver el tapabocas como esa prenda para atender la salud, con un atributo cívico de cuidado colectivo, el psicólogo Gualteros considera que hay un simbolísmo estético, ligado a la moda con tantos diseños y colores que hay ahora, y además uno muy puntual que tiene que ver con el silencio y el resguardo. “Las expresiones faciales, el reconocimiento del otro se nos es aislado con el tapabocas. Por medio de los movimientos de los músculos faciales reconocemos las emociones del otro y que eso no sea evidente hoy genera un impacto cultural, en especial en América Latina, con sociedades de tanto contacto, cercanía y expresión emocional”.
Y otro punto que destaca es la empatía. Un ejemplo es cómo poco se comprendía en esta sociedad el uso masivo de la mascarilla en países asiáticos (ver radiografía), “no entendíamos ni porqué ni para qué se lo ponían y no lo pudimos significar hasta que nos pasó. Hoy para esta sociedad usar tapabocas ya no es algo ajeno y por eso pudimos entenderlos a ellos, con empatía”, precisa el psicólogo.
Detalla Alejandro Gil Alzate, docente de diseño de modas de Colegiatura, que no es claro si dentro de cinco años se verán tantos cubrebocas como hoy en los rostros de la gente. Por ahora, y sin ir más allá, 2020 es el año del tapabocas. Los especialistas consultados indican que su ciclo de uso y resignificación serán más extensos o según lo que vaya pasando en la socieda.d. También con el virus
De proteger al paciente a cuidar la salud de los médicos, y ahora como medida de seguridad ante una pandemia. Esas han sido las etapas del tapabocas, un objeto indispensable hoy.
The Lancet Public Health publicó un estudio en abril de este año en el que examinó cómo Hong Kong logró la primera ola de covid-19 sin recurrir al bloqueo completo dado el comportamiento ciudadano: el 85 % de los encuestados informaron que evitaban los lugares llenos de gente, y el 99 % informó que usaban máscaras faciales al salir de casa”. Durante el brote de Sars, el uso de tapabocas fue del 79 % según dicho informe.
El sociólogo Peter Baehr en su texto Ciudad bajo asedio: tolerancia autoritaria, cultura de la máscara, y la crisis del Sars en Hong Kong, destacó como ritual social el uso del tapabocas en dicho país en ese entonces: “La máscara simbolizaba una regla de conducta, es decir, una obligación de proteger a la comunidad en general, y una expectativa con respecto a cómo alguien debería ser tratado por otros. Más simplemente, el tapabocas era el medio emblemático por el cual las personas comunicaban sus responsabilidades al grupo social del que eran miembros”.
Este objeto ya se personaliza. Si pudieras dibujar en él, ¿qué harías? Compártenos tus propuestas por el WhatsApp 310 4196160.
Periodista, presentadora y locutora. Fui DJ de radio, reportera de televisión y ahora disfruto el ejercicio de escribir a diario. Melómana, cinéfila y seriéfila.