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“No hay feminismo, hay posfeminismo”: Agustín Laje, el escritor que llamó “camaleón” a Roy Barreras y “mononeuronal” a Francia Márquez

Los libros de Laje provocan debates encendidos en América Latina. Colombia no fue la excepción.

  • Agustín Laje es uno de los voceros de un movimiento que nació en redes sociales y que marca distancia con las ideas de la izquierda y del feminismo. Foto: Cortesía.
    Agustín Laje es uno de los voceros de un movimiento que nació en redes sociales y que marca distancia con las ideas de la izquierda y del feminismo. Foto: Cortesía.
28 de abril de 2023
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En Generación Idiota, Agustín Laje sostiene que el signo de nuestro tiempo es el “adolescentrismo”. Es decir, en su opinión, vivimos en una sociedad que hace suya la consigna de “vive ya” —el carpe diem de los antiguos— y no le interesa ni el pasado ni el futuro. Y sigue con la descripción de la cultura contemporánea: es inestable, carece de relatos que le confieran identidad, se deja dominar por la emoción. En otras palabras, una cultura con las típicas encrucijadas del periodo que va del fin de la niñez a la llegada a la edad adulta. A Colombia vino a hablar de esas ideas. No obstante...

Poco ha hablado en la prensa del libro. Primero porque los periodistas le preguntan —le preguntamos— sobre la contingencia, lo noticioso: el intercambio de dardos con el senador Roy Barreras, con la vicepresidente Francia Márquez. También de la cancelación de su conferencia en la Universidad Javeriana, a días de su charla en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Y, segundo, porque el debate político en Colombia —quizá se trate de una herencia del conflicto armado— se limita a la descalificación del adversario. Nadie se toma el tiempo de leer y entender las razones ajenas.

En todo caso, el argentino, con muchos seguidores en las redes sociales y vocero de una nueva derecha latinoamericana, ha conseguido darle a la FILBo de este año las dosis de controversia que las peroratas de Fernando Vallejo ya no ofrecen.

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Muy pocas veces un escritor tiene un impacto similar al que usted ha tenido en los últimos días en Colombia...

“Mire, yo creo que estamos viviendo en un contexto social de profunda intolerancia contra todo aquel que no piensa como determinado sistema cultural obliga a pensar. En mi caso soy simplemente un escritor que decide decir lo que piensa, escribir lo que piensa y se encuentra con una serie de agresiones insólitas, constantemente. Esto no es nuevo, esto me lo han hecho ya en muchas otras universidades. Se trata de agresiones inauditas que lo único que dejan ver es el odio al que piensa diferente. Afortunadamente hay muchísima gente que no tolera la censura. Al final del día, los censuradores nunca en la historia se han salido con la suya. Esto es una regla general de la historia: todo aquello que ha sido censurado tarde o temprano termina emergiendo, porque lo que se censura genera una especie de interés particular, un deseo de saber por qué no quieren que yo lea esto, porque no quieren que yo escuche esto.

Quiero decir algo más sobre lo de la Universidad Javeriana.

Primero que nada, es una falta de respeto para conmigo, para con mi tiempo, para con mi agenda. Yo vine a Colombia con anticipación para participar exclusivamente de esa conferencia. Es decir, a mí me han dañado económicamente, me han dañado moralmente. Tuve una experiencia muy similar con la Universidad Nacional de Costa Rica, donde el rector canceló un evento también dos o tres días antes. Y denunciamos al rector y ese proceso judicial llegó a la Corte Constitucional y ganamos en Costa Rica: se condenó al rector por censura y por atacar la libertad de expresión de un autor y de los estudiantes.

Esto es muy interesante para agregar a este caso. No se crean ustedes que esto es simplemente un ataque contra mí. Esto es un ataque contra la comunidad universitaria de la Javeriana que quería escuchar la conferencia. Es un ataque contra la libertad de los propios estudiantes que ya no tienen la libertad de escuchar una opinión alternativa. Además, al final del evento se iba a abrir el micrófono para el diálogo público, como se hizo en la Sergio Arboleda en el año 2022 cuando vine.

Entonces aquellos intolerantes que dicen estar tan en contra de mis ideas podrían haber ido a debatir, pero ¿sabés qué pasa en el fondo? Esta gente no se siente segura de sus argumentos, por eso su estrategia muy básica consiste en calificar de discurso de odio todo lo que no coincide con ellos y a continuación decretar que todo lo que cae dentro de la definición de discurso de odio no tiene derecho a la libertad de expresión. Es una operación muy básica, propia de los totalitarismos. Es indignante lo que pasó no solamente por mí sino por la comunidad universitaria que realmente quería ir a escuchar algo distinto”.

Y usted piensa en interponer acciones legales contra los directivos de la Javeriana...

“Ya estoy hablando con abogados y vamos a ver si vale la pena o no hacerlo. Aquí tendrían que intervenir otros factores que no le puedo adelantar ahora y si esos factores se dan yo lo pensaría seriamente. A mí me gusta dar el combate. Además de escritor, soy un combatiente, un combatiente cultural. Escribo libros de combate cultural”.

El País de España lo llamó a usted en una nota “escritor de ultraderecha” con posiciones antifeministas y anti LGTBI. ¿Es usted de extrema derecha?, ¿detesta el feminismo...?

“Yo no sé bien a qué le llaman extrema derecha. Le puedo decir como yo en todo caso me autodefino: yo me defino como un escritor de derechas. ¿Qué entiendo por derechas? Una persona que sobre todas las cosas reivindica la libertad individual. Yo reivindico la libertad económica, la libertad religiosa, la libertad académica, reivindico la libertad política, la libertad de los padres de familia para escoger la educación de sus hijos, la libertad de expresión, la libertad de prensa. Reivindicó la idea de un Estado chico, no uno elefantiásico. Quiero que los políticos cada vez tengan menos poder, no más poder. Quiero que el poder vaya de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo. Creo en las instituciones tradicionales como la familia, creo que hay que dejar en paz al mundo de las personas que tienen fe en algún dios, creo que hay un gran ataque contra las religiones en general y principalmente contra el mundo cristiano.

Salgo en defensa de ese mundo. Si eso me vuelve de extrema derecha, pues... ya eso a mí me excede. No creo que lo que he estado diciendo sea extrema derecha. En todo caso podríamos caracterizarlo como derecha y punto.

Ahora, que se me acuse de antifeminista... En efecto, el feminismo no ha logrado ninguno de sus objetivos. Cuanto más feminismo hemos tenido en los últimos años peores resultados en términos de violencia contra la mujer hemos estado teniendo: violaciones, feminicidios. Y esto no es una opinión, esto surge de los mismos números de prácticamente todos nuestros países. La violencia contra la mujer va siempre en ascenso. Incluso en Argentina han liberado violadores las propias juezas feministas durante la pandemia. Mire usted en España: ahora los feministas del ministerio de igualdad han lanzado una ley que termina liberando a violadores. Por tanto, yo no soy feminista. Ahora, ¿si yo no soy feminista, entonces soy un misógino? Esto es lo que quieren dar a entender los mentirosos de El País, que solamente hay dos alternativas: o sos feminista u odias a la mujer. Cuando la realidad es que hay muchísimas mujeres que ni siquiera son feministas, no se sienten representadas con ese ideal.

Además, hay una reflexión que hay en torno a esto y es que el feminismo ya no existe más porque el feminismo se ha resignado a poder definir qué es una mujer. El feminismo es un movimiento para la defensa de los derechos de la mujer. Pero cuando hoy les pregunto a las feministas, ¿qué entiendes por mujer? No entienden nada por mujer porque ese mismo feminismo dice que yo o que vos también podríamos ser mujeres. Han aniquilado la misma definición de mujer, por lo tanto, no hay feminismo, hay posfeminismo.

Ahora la otra acusación relativa a la agenda LGBTI: no tengo problema con la autopercepción de un individuo, con lo que un individuo haga en su cama en la medida en que lo haga con mayores de edad y por libre consentimiento. Ese no es mi asunto, yo no me meto en la cama de los demás. Ahora, cuando me quieren meter la cama de los demás en la política, utilizar impuestos para financiar auto percepciones, coartar la libertad de expresión en el nombre de determinadas minorías y no otras —porque seleccionan muy bien cuáles son las minorías que hay que defender y cuáles a las que hay que atacar— por supuesto yo me opongo a esa agenda. Mi encono no es contra un individuo homosexual, es contra una ideología, contra una agenda. No contra lo que ese individuo haga en el fuero íntimo de su vida sexual”.

Hablemos del debate que usted tuvo en redes sociales con Roy Barreras y también el hecho de que usted haya llamado mononeural a la vicepresidenta Francia Márquez...

“Yo no llamaría debate al asunto con Roy Barreras porque es que ahí no hubo, en verdad, una lucha de argumentos. Él no brindó ningún argumento serio en contra de mi libro. El simplemente lo calificó como la Biblia de la extrema derecha. Por lo tanto, yo me sentí con la libertad de describirlo a él, a su vez, como un camaleón político. No creo que Barreras haya leído el libro, creo que fue un ataque gratuito porque no había ningún argumento y él podría haber argumentado y hubiésemos tenido en ese caso un debate respetuoso. Pero si él ataca el libro diciendo que es la Biblia de la ultraderecha pues sinceramente yo me siento con la libertad y con la legitimidad para calificarlo como lo que yo creo que él es. Y ahí yo sí tengo argumentos para poder calificarlo como lo que creo es: el político que más ha estado saltando de distintos espacios políticos. Incluso pasa de pedirle a Uribe que sea el padrino de su hijo a ser el primer adicto de Petro en el Senado... el mote de camaleón político no le viene nada mal...

Lo de Francia hay que ponerlo en contexto. Eso surgió de una entrevista que ella le dio a la revista Semana. En esa entrevista pasaron básicamente dos cosas muy importantes. En primer lugar, la vicepresidente justificó estar utilizando desmedidamente los helicópteros del Estado para ir y venir de su casa a la oficina. Y eso que ella se dice ecologista. Bueno, habría que recordarle que en todos esos viajes ha generado más de 340.000 kilogramos de dióxido de carbono. Los mismos que te piden que no explores el gas porque vas a contaminar el planeta son los que utilizan de esa manera las aeronaves públicas. Y cuando le preguntan si le parece bien esto, ella responde que le parece bien por el color de la piel. No hay nada más racista que eso. Es decir, el fin del racismo es olvidarse de los colores. Es tan racista aquel que dice que ella por ser negra no puede utilizar el helicóptero como aquel que dice ella porque es negra debe utilizar mal el helicóptero. Es la misma lógica.

En segundo lugar, este intento de reivindicar la dictadura castrista, dictadura que ha producido asesinatos en masa, campos de concentración, aniquilación de todas las libertades habidas y por haber, una dictadura que ha hecho sufrir tanto a un pueblo que miles de personas están dispuestas a fabricar artesanalmente balsas improvisadas para lanzarse a la suerte del mar y ver si pueden llegar a la Florida... decir que eso es la democracia, decir que ese es un régimen que vale la pena defender, perdón, es propio de un mononeuronal. Si le molesta el término le diré entonces unineuronal. A mí no me importa. Me dicen, pero cómo vas a tratar así a una vicepresidente. A eso respondo: ¿acaso tienen privilegios los políticos? Estoy contra de los privilegios”.

Todo este aparato intelectual cómo puede incidir en la vida política...

“El libro es un grito también en favor de la educación radical. Llamamos idiota —al calor de la etimología de la Grecia antigua— a aquel que no puede salirse de sí, aquel que solamente está focalizado en su propio ombligo. Ante esto estoy convencido que en la educación podemos encontrar una salida. La educación tiene la misión de guiar o conducir fuera de los ombligos. Esa es la misión de la universidad: poner en circulación distintas visiones sobre determinados temas porque el conocimiento solamente avanza cuando las ideas se confrontan. El idiotismo piensa exactamente lo contrario: ‘aquí nadie puede decir nada que no sea solamente este pensamiento único’

Lamentablemente desde la mitad del siglo 20 hasta nuestro siglo 21 hemos reducido la educación a un fenómeno meramente mercantil. ¿Para qué queremos educación? Para tener un buen trabajo, para tener un mejor salario, para tener un mejor currículo. Esta es la idea del siglo XX y XXI, pero esa no fue la idea de Occidente antes. Desde Platón hasta el siglo XIX la educación fue vista como una operación sobre el alma para el desarrollo de las facultades espirituales, de su inteligencia, de su voluntad, de sus virtudes de sus gustos. Hemos empobrecido la educación.

Entonces el libro es un grito de combate en favor de una buena educación que conciba su propio acto de educar como el acto de operar sobre el alma no sobre el bolsillo”.

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