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Aquí no solo se toma guaro: estas son las bebidas ancestrales antioqueñas

El Oriente antioqueño es casa y fábrica de algunos de los destilados ancestrales que se continúan bebiendo en el departamento. Conozca un poco de su historia.

  • Una de las actividades centrales de la A media caña es la feria de sabores, donde diferentes marcas y emprendimientos de bebidas ancestrales están ofreciendo sus productos. FOTO: Manuel Saldarriaga
    Una de las actividades centrales de la A media caña es la feria de sabores, donde diferentes marcas y emprendimientos de bebidas ancestrales están ofreciendo sus productos. FOTO: Manuel Saldarriaga
22 de agosto de 2025
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Este sábado finaliza A media caña, la feria organizada por Comfama que tiene como protagonistas al viche, la chicha, la tapetusa, el masato y otras bebidas ancestrales elaboradas en las distintas regiones de Colombia. Este evento gira en torno a una feria de sabores donde los asistentes pueden degustar algunos de estos fermentados, pero también se centra en los saberes y prácticas culturales que existen detrás de sus preparaciones.

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A media caña nació en 2022, tras la sanción de la Ley del Viche, la bebida tradicional del Pacífico colombiano que finalmente fue reglamentada en diciembre de 2024. La notoriedad que ha alcanzado este fermento gracias a dicho reconocimiento legal ha despertado el interés por otras bebidas tradicionales en diferentes zonas del país. Estas son algunas de las que actualmente se consumen y elaboran en Antioquia.

Chicha y tapetusa, bebidas hechas y tomadas en Antioquia

La chicha es una bebida indígena de origen muisca, elaborada a base de maíz fermentado, y es conocida en varios países de Latinoamérica, entre ellos Perú, Bolivia y Ecuador. Colombia no es la excepción y, mucho menos, Antioquia. Aunque su consumo y producción son más altos en Cundinamarca –en Bogotá está el Chorro de Quevedo, toda una vitrina de este licor–, en el Oriente antioqueño, exactamente en El Santuario, se toma y se prepara este fermento.

Pero esto no siempre fue así. Juan Diego Alzate, uno de los organizadores del Festival de la Chicha y la Cultura de El Santuario, explica que esta bebida estaba presente principalmente en la zona rural del municipio, donde había recetas tradicionales, pero sin tener un impacto significativo o una larga tradición dentro de las costumbres de sus habitantes.

Fue en 2016 cuando un grupo de jóvenes decidió crear un festival para celebrar esta bebida, el cual este año llegará a su novena edición. En casi una década, Alzate señala que lo que ha hecho este evento es reivindicar este fermento y, a su vez, incentivar el desarrollo de nuevos procesos chicheros en el municipio. A vuelo de pájaro, cuenta Juan, en El Santuario actualmente hay entre 10 y 20 proyectos que comenzaron a crecer y fortalecerse, en parte gracias al festival, cuya vigente edición se encuentra actualmente en medio de una incertidumbre, ya que la alcaldía municipal no ha dado el visto bueno para el uso del Parque de la Judea, el escenario donde históricamente se ha realizado el evento.

A pocos minutos de El Santuario está Guarne, la casa de la tapetusa. Esta bebida, que puede elaborarse con maíz, panela y/o caña de azúcar, sí cuenta con una larga tradición en el Oriente antioqueño, de aproximadamente 300 años. De origen paisa y campesino, la fabricación de este destilado hace parte de uno de los saberes ancestrales guarneños.

Pero gracias a su fama y, seguramente, también a su sabor, la tapetusa no solo se fabrica allí, sino también en otros municipios cercanos. En El Carmen de Viboral, otro municipio del Oriente, esta bebida cuenta con reconocimiento y hay marcas del destilado como Tapetusa Don Efra y Tapetusa Melcocho, realizadas en la vereda El Porvenir, donde nace el río Melcocho.

Y, a pesar de que es oriundo del Pacífico, en Antioquia también se toma viche. Este licor, producido con caña de azúcar sin madurar –de ahí es que viene su nombre–, a diferencia de la chicha y la tapetusa, ya es comercializado en tiendas y utilizado en restaurantes y bares para preparaciones gastronómicas y de coctelería. Esta bebida es considerada patrimonio colectivo de las comunidades afrocolombianas del Pacífico.

Las bebidas ancestrales que actualmente se consumen y preparan en Antioquia no cuentan con estos marcos legales. Tanto la chicha como la tapetusa han sido estigmatizadas, e incluso la primera –considerada una de las bebidas más autóctonas del país– fue prohibida en 1948.

Por ese “lastre” que han tenido que cargar es que la Ley del Viche ha sido tan celebrada por quienes fomentan y protegen estas tradiciones. En palabras de Alzate, la reglamentación de la bebida del Pacífico ha sido “un abrazo jurídico”, ya que es un “referente para nosotros, los procesos chicheros, y una invitación a comenzar a trabajar en un camino que nos lleve, eventualmente, a una Ley de la Chicha, por decirlo así.”

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