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“Cultivar un estilo sería la muerte”

Jorge Julián Aristizábal no le teme a los saltos al vacío. Su taller es el espacio que refleja su obra.

  • Jorge Julián en su taller, ubicado en una zona céntrica de El Poblado. Su espacio es completamente abierto y aireado.
    Jorge Julián en su taller, ubicado en una zona céntrica de El Poblado. Su espacio es completamente abierto y aireado.
  • Obra Colombia divino país (2018).
    Obra Colombia divino país (2018).
  •  Escalera (2016) en la exhibición del Mamm este año. FOTO Andrés camilo suárez y cortesía
    Escalera (2016) en la exhibición del Mamm este año. FOTO Andrés camilo suárez y cortesía
11 de octubre de 2018
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Un artista sentado en una silla, de brazalete, mira reflexivo hacia el piso. Lo acorralan dos tigres, cuchillos, sombreros y figuras tántricas –como mantras de relajación–: “Es el mundo en el que vivimos, rodeados de un lago de pirañas”, comenta el antioqueño Jorge Julián Aristizábal (1962). A su vez una serpiente crea un aro alrededor de este hombre. Todos esos seres son representaciones de lo que hay que enfrentar en la vida diaria.

La obra, Colombia divino país (ver imagen 2), es un acrílico sobre lienzo que hizo en el primer semestre de este año; para el artista resume su mundo político, profesional y personal. Quería mostrar la complejidad que le rodea: se refiere con ironía a la situación política, plasma sus preocupaciones y, además, retoma su estilo bidimensional (plano, sin profundidad ni perspectiva), que lo ha caracterizado en anteriores producciones.

Aristizábal hace 20 años trabaja bajo un esquema de conjuntos; se embarca en un periodo de tiempo en proyectos específicos: unas veces platos, otras esculturas o dibujos. “Algunos siguen creciendo y otros no se acaban nunca”. De ahí que en las paredes de su taller se vean secuencias de esos momentos de su carrera: animales, sátira política, recortes de prensa, esculturas, retratos.

El Museo de Arte Moderno de Medellín consideró oportuno este año hacer una exposición retrospectiva de su obra. “Su trabajo es muy valioso, prolífico y aborda temas absolutamente pertinentes para la ciudad y el país”, señaló entonces Emiliano Valdés, curador de la exposición y quien le ha seguido la pista, sobre todo en el último año.

En cuatro paredes

Para Aristizábal es importante que el taller esté organizado y limpio. Es un loft ubicado en el barrio El Poblado, aireado e iluminado por los cuatro costados. La distribución es completamente abierta y panorámica, como un panóptico.

Varias mesas, estantes y gavetas apiñan objetos, bocetos, apuntes, libros; un gran cúmulo de cosas perfectamente alineadas. “Es mi orden desorganizado”.

El artista de 56 años no vive en su taller, pero sí tiene una rutina de oficina, 8:00 a 6:00, que le permite ser constante en su producción. Cuando encontró este lugar, en el que está desde hace seis años, le gustó su disposición. “El estudio del artista es el reflejo de su obra”, apunta mientras dispone unas mesas grandes en las que tiene dibujos en gran formato.

Ha experimentado muchos formatos, el que se mantiene siempre es el dibujo. Ha producido gran cantidad de pinturas y objetos, como el balón de piedra con los colores de la Selección Colombia que está en una esquina de su balcón.

El autor ha trabajado en temas como la política, la idiosincrasia antioqueña, el género y la sexualidad. No es fácil clasificarlo por esta vía; tampoco tiene una técnica o estilo especial.

Política-mente

Había hecho arte político por los lados. En 2000 regresó a Colombia luego de culminar sus estudios de maestría en Londres. Jorge encontró un país en caos y le estremeció lo que vio en los diarios: Proceso 8.000, paramilitarismo, masacres. Desde entonces incluyó la política en su trabajo a partir de collages, acrílicos, dibujos y otras adaptaciones.

También estar por fuera le presentó otro reto: explorar nuevos caminos formales y medios, y entrar a formatos que no había intentado, como la escultura. Hacer el máster fue como un antes y un después. “Me estaba sintiendo incómodo porque corría el peligro de quedarme estancado. Me dije que no quería ser de esos artistas que llegan a una cumbre y se quedan ahí”.

Sobre su cabeza, en el cielorraso de su estudio, cuelgan unos globos de colores. No es una piñata, es parte de su obra, más escultórica, basada en la ruptura y el cambio.

Esta última etapa es la que más lo ha retado; llevar sus dibujos a lo tridimensional ha sido desafiante. “Mis esculturas se alejan de lo que se hace aquí, de lo monumental y conservador”.

Una de esas estuvo en la nave central del Mamm: una gran escalera hablaba de la imposibilidad de comunicación del ser humano y la frustración de no resolver conflictos. Romper el esquema es para él una forma de cambiar su modo de pensar.

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