Toda obra de arte cuenta una historia. Pedro, una de las pinturas más conocidas de Fernando Botero, recuerda al hijo de cuatro años que el artista perdió en un accidente de tránsito en 1979. Es la famosa imagen de un niño vestido de azul montado sobre un caballo de juguete.
Pedrito, como se conoce de forma cariñosa a la obra, es una de las piezas más visitadas del Museo de Antioquia, y le da nombre a una de las exposiciones permanentes.
Ahora otra obra de Botero, también de una menor, se expondrá en una de las salas del museo. Se trata de Monalisa niña, de 1961, que inaugurará la sala Cundinamarca.
El espacio Cundinamarca había sido usado durante las exposiciones de MDE15 y ahora dará paso al proyecto “La consentida” con el que el Museo espera acercar la gente a sus obras y a aquello que las hace significativas: “su historia, sus creadores, las lecturas que podemos hacer [de ellas]”.