Justo ahora, cuando se acercan los cien años de la Revolución Rusa, llegó Simon Sebag Montefiore, el escritor inglés, a hablarnos de los Románov, la colorida, festiva y sangrienta dinastía de zares que imperó durante tres siglos hasta la llegada de los bolcheviques.
La suya fue la primera de las charlas del Hay Festival, en su capítulo de Medellín. Respondió preguntas del periodista Juan Mosquera, ante un público que casi colma el auditorio de Comfama de San Ignacio.
Si bien el autor se mostró complacido con la acogida de su libro Los Románov, dijo que no le sorprendía el interés de los colombianos en esos temas, rebosantes de lo truculento y lo grotesco, puesto que encierran algo parecido al realismo mágico, con el cual estamos familiarizados.
Lo truculento y lo grotesco, decimos, porque, como pocos desconocen, gracias a la televisión, el cine, los libros y las revistas de divulgación histórica, entre los integrantes de esta dinastía eran comunes los asesinatos. Homicidios de hijos a manos de sus padres o viceversa, o de esposas a manos de sus esposos, como en las tragedias griegas.
Para poner un ejemplo, Pedro El Grande, uno de los personajes que fascinan al historiador por su apariencia, inteligencia y visión, mató a una de sus esposas cortándole la cabeza. Para poner otro, la emperatriz Ana, del siglo XVIII, era la reina de lo grotesco: una de sus bromas favoritas, contó Simon, era ordenar que a unos nuevos padres les dijeran que su hijo había nacido deforme y luego le describieran qué cara habían puesto y que reacción habían tenido.
¿Y acaso hay un ejemplo de realismo mágico mejor que los hechos protagonizados por Rasputín, el místico monje? Un campesino que llegó a convertirse en el asesor de los zares, Nicolás II y Alejandra Fiódorovna, luego de que mostrara su capacidad para estancar las hemorragias del hijo de los emperadores, Alexei, quien sufría de hemofilia.
Llegó a convertirse en asesor político, espiritual, confidente. Quien está al lado de un poderoso, reflexionó Simon en su charla, tiene poder. Y este personaje llegó a ostentarlo en abundancia.
Pero no todo es horror al hablar de los Románov. Esta familia, a su llegada al gobierno en 1613, con ejércitos bien conformados, libró a Rusia de la debacle, puesto que era asediada por invasiones por todas partes.
El historiador contó que leyó cartas íntimas y diarios de muchos de los integrantes de la dinastía. De tal modo que los diálogos incluidos en el libro no son ficciones, sino que están basados en ideas, expresiones y formas de hablar propias de los personajes.