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Los libros, las armas de Malala frente a la guerra

La Nobel de Paz invitó por redes sociales al mundo a apoyar su campaña por la educación, un esfuerzo que acompaña todo su discurso político.

  • FOTO CORTESÍA CUENTAS DE INSTAGRAM Y TWITTER
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20 de julio de 2015
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El 5 de julio de este año, una semana antes de su cumpleaños, la líder Malala Yousafzai publicó una fotografía en su Instagram (malalafund) con un ejemplar de El diario de Ana Frank en sus manos. La descripción que acompañaba la imagen decía: “Escogí este libro porque revela el valor y la fuerza de una joven que vive en guerra y conflicto. Me anima a creer que cada niño merece el derecho a soñar, el derecho a aprender y el derecho a vivir en paz”. Y la etiqueta que usó para viralizar ese contenido fue #booksnotbullets (libros no balas, en español).

Esta publicación es una invitación de la joven pakistaní para que personas de todo el mundo compartan en redes sociales fotos con sus libros favoritos y mensajes de apoyo a la educación como forma de instar a los gobiernos a aumentar los recursos para apoyar al sector educativo.

Malala es una abanderada del derecho de los niños a la educación desde los 11 años, cuando comenzó a escribir en su blog Gul Makai, de la BBC, en el que denunció los atropellos de los talibanes en el Valle de Swat, donde vivió hasta que fue víctima de un atentado en 2012. Este hecho logró la atención de los medios de comunicación, lo que hizo que líderes mundiales como Barack Obama y Ban Ki-moon condenaran la acción.

Aunque la idea de la campaña era que las publicaciones fueran obsequios para ella en su cumpleaños número 18, la etiqueta se ha seguido usando después de la fecha. En la última semana se replicó 8.100 veces en Twitter. Según datos de la Fundación Malala, 20.000 personas hicieron parte de la iniciativa en Twitter e Instagram en la semana previa al cumpleaños de la ganadora del Premio Embajador de Conciencia, que le otorgó Amnistía Internacional en 2013, por su contribución en pro de los derechos humanos.

Personas de todo el mundo publicaron imágenes con mensajes de apoyo a la educación. Una de ellas fue la usuaria japonesa Akari, quien en su cuenta de Instagram (claire_nora) subió una foto con tres libros y el siguiente mensaje: “La educación es la mayor potencia. Es por eso que los terroristas tratan de no dejar que las niñas vayan a la escuela. La solución es clara: donando damos a todos los niños la oportunidad de tener suficiente educación”.

La keniana Shanice Gitau también compartió su foto en Instagram (shanice_g) y un mensaje: “Menos dinero gastado en militares y más dedicado a la educación podría cambiar la vida de millones de niños”.

Los libros más comunes con que las personas se tomaron fotos, según la Fundación Malala, son Matar a un ruiseñor, de Harper Lee; Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini; El Alquimista, de Paulo Coelho; y Yo soy Malala, una autobiografía escrita con la colaboración de Cristina Lamp.

Educación versus defensa

Por los días en los que Malala comenzó su campaña, en la Cumbre Mundial sobre la Educación para el Desarrollo, que se realizó el 7 de julio, ella afirmó: “Los dirigentes del mundo tienen los fondos para financiar la educación global, pero están eligiendo gastarlos en sus presupuestos militares. Si todo el mundo dejara de invertir en defensa sólo ocho días, podríamos obtener los 39.000 millones de dólares necesarios para proporcionar 12 años de educación a todos los niños del planeta”. Cifra respaldada en el estudio Financiación de la Educación Secundaria Superior realizado por su fundación.

El encuentro en el que la activista participó en Oslo (Noruega) fue una antesala a la Cumbre Especial sobre Desarrollo Sostenible que se realizará en septiembre en Nueva York, en la que se espera que los gobiernos aprueben los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que son compromisos que hacen los Estados para mejorar en temas claves como salubridad, pobreza y desarrollo sostenible.

Uno de esos objetivos compromete a los gobiernos de todo el mundo a garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos.

Para el doctor en ciencia política, Alejo Vargas, la campaña de la pakistaní tiene cierto impacto mediático que sensibiliza a la opinión pero no cree que tenga mayor influencia. “No corresponde a la realidad de cómo funcionan las prioridades de los Estados ni es algo que pueda presentar resultados tangibles en el corto plazo”.

Al recibir el Nobel de Paz el año pasado, la joven activista afirmó: “Por qué es tan fácil dar armas y tan difícil dar un libro, por qué, por qué. Por qué es tan fácil hacer tanques de guerra y tan difícil hacer escuelas y universidades. Yo creo en la educación, creo en su poder”.

Para el profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, Edgar Luna, “desde la caída del Muro de Berlín todos teníamos la ilusión de que los dineros destinados a la defensa se iban a orientar hacía el gasto social y no fue así, porque surgió un nuevo actor que es el terrorismo. Siempre va a existir un motivo por el que se tenga que invertir en el sector militar”.

Campañas como la promovida por Malala ayudan a poner en la agenda el tema de la educación, explica Luna, pero la industria militar es muy influyente, por lo tanto, sugiere que la sociedad es la que debe demandar mayor gasto social: “La cohesión social genera seguridad, si esto existe, se podría reducir el gasto militar”.

21.851

mensajes en Twitter con #booksnotbullets se registraron en los últimos

30 días.

4.347
publicaciones en Instagram usaron la etiqueta #booksnotbullets desde el 5 de julio.
Daniel Handler (E.U.)
Shanice Gitau (Kenia)
Murat Asar (Turquía)
Akari (Japón)

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