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Fernando Santos y Didier Deschamps, un duelo de técnicos que priorizan el trabajo en grupo sobre las individualidades.
Se trata de una final simbólica de la austeridad futbolística de esta Euro 2016: dos selecciones que han avanzado a los trompicones, capitalizando las torpezas del rival y derrochando coraje ante situaciones al límite.
El gustar es un concepto que quedó guardado en el armario, mientras que la táctica predomina bajo la necesidad imperiosa de ganar.
Los protagonistas no tienen ningún tipo de sutilezas cuando defienden lo que se ha visto en las canchas francesas.
“Las críticas son cosa habitual en el fútbol. Nosotros no le damos importancia”, afirmó ayer el volante portugués Joao Mario.
Si bien portugueses y franceses recalcan tanto en la solidaridad, ambos son liderados por goleadores de calibre que se midieron hace mes y medio en Milán por el título de la Liga de Campeones: Cristiano Ronaldo y Antoine Griezmann.
“Estamos extasiados con la experiencia, la vivimos como unos niños”, declaró Griezmann, goleador y figura de la Copa. “Tenemos a todo un país apoyándonos, así que estamos dejándolo todo”.
Salvo algunos pasajes, el rendimiento de Cristiano en el torneo no ha estado acorde a lo que se espera de un tres veces ganador del Balón de Oro. Pero quién dice que en la final no acabe destapando toda su clase. Un gol más le dejará con 10 y como el máximo anotador en la historia del certamen.
En cuanto al duelo directo, Francia domina desigualmente, triunfante en sus últimos 10 partidos contra Portugal. El último triunfo luso ante los locales fue en 1975.
Santos cruza los dedos para recuperar a Pepe, mientras Deschamps aún no decide si usar a N’golo Kanté o Mohammed Sissoko en la mitad.