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Carrascal es un talento de carácter indomable

El volante colombiano que brilla en el Preolímpico creció en un barrio popular de Cartagena; el fútbol lo sacó de la violencia.

  • El volante Jorge Carrascal no tuvo mucho brillo ante los brasileños y ahora buscará lucirse contra los argentinos, de quienes tiene mayor conocimiento por su vinculación a River Plate. FOTO Efe
    El volante Jorge Carrascal no tuvo mucho brillo ante los brasileños y ahora buscará lucirse contra los argentinos, de quienes tiene mayor conocimiento por su vinculación a River Plate. FOTO Efe
05 de febrero de 2020
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Jorge Carrascal sobrevivió a la violencia de un barrio pobre del Caribe colombiano. En las calles polvorientas donde peleó y perdió amigos, algunos asesinados, el volante colombiano aprendió a patear balones que hoy inflan redes en el Preolímpico.

La promesa del River Plate de Argentina vivía en el barrio Escallón Villa, de la turística pero desigual Cartagena de Indias. “La falta de oportunidades en mi ciudad es muy complicada”, explicó el mediocampista al diario Olé en agosto de 2019. “Cuando estaba más ‘pelao’ yo también peleaba, andaba con cuchillos, todo eso. Era un barrio súper humilde, un barrio muy bajo. Había que defenderse”.

Figura indiscutible de la anfitriona Colombia en el certamen que da dos cupos a Tokio-2020, el volante de 21 años fue fundamental para el paso cafetero al cuadrangular final. Máximo anotador tricolor con tres goles, a uno del argentino Alexis Mac Allister, además es uno de los casos de que el fútbol salva vidas.

En los barrios profundos de Cartagena, lejos del glamour de la ciudad amurallada, los arcos de fútbol se armaban con piedras. Se enfrentaban entre vecindarios y por lo general el cotejo finalizaba en peleas con navajas. Algunos de sus amigos, cuenta, terminaron robando, presos o muertos en medio de disputas de narcotráfico y delincuencia común.

“Si yo no hubiera tenido ese apoyo familiar, o el de varias personas que me apoyaron, ahora mismo (...) si no estaría preso estaría por ahí robando”.

El deporte lo alejó del hampa. Sus tíos formaron un equipo en el que empezó a deslumbrar con el 10 a su espalda. Un cazatalentos de Millonarios lo llevó a Bogotá. Carrascal empezó en las categorías inferiores y debutó como profesional en noviembre de 2014, bajo las órdenes del argentino Ricardo Lunari. “Me pareció que tenía muchas cosas de Riquelme”, dijo el DT a RCN.

Vino la indisciplina

En las temporadas siguientes tuvo problemas disciplinarios y cambió el cuerpo técnico en el cuadro embajador. Faltaba a los entrenamientos, llegaba tarde o se desaparecía, dijo a AFP una fuente del grupo de trabajo del uruguayo Rubén Israel. “Decía que no le importaba, que para él faltar al trabajo no significaba nada porque su infancia había sido muy dura”.

Millos lo apartó del equipo principal, pero le llegó un salvavidas desde Europa. El Sevilla de España lo fichó en 2016 tras verlo en el Suramericano Sub-17 de 2015, pese a que sufría una lesión de rodilla. Sin cupo con los andaluces, fue enviado a la filial donde recayó de su lesión. Cuando se recuperó optó por salir prestado al Karpaty Lviv de Ucrania, de donde Marcelo Gallardo lo recuperó para el fútbol en 2019. “Cuando lo trajimos sabíamos de su talento, solo que estaba un poco perdido”, sostuvo ‘el Muñeco’.

En River goza del cariño de la hinchada pero aún no se consolida como inicialista. Aparte de sus gambetas, su remate fino y potente con derecha y sus pisadas de balón, a Carrascal lo define un carácter indomable.

Cuando aterrizó en Buenos Aires se opuso a que lo llamaran el “Neymar colombiano” porque él era Jorge. Reconoce que ve “poco” fútbol, y sus excompañeros de Millos rememoran que podían molerlo a patadas y se levantaba. “El tipo era un varón, literalmente le metíamos fuerte y volvía a encararnos”, recordó Fabián Vargas.

Una vez finalizan los partidos, camina espigado, con su 1,79 metros de estatura, por los pasillos de los estadios. Carga un maletín negro que alumbra luces de colores. Y sonríe para explicar, con su voz aguda y carrasposa, que de ese parlante solo suena salsa de Frankie Ruiz. La salsa del buen fútbol.

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