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“Mi ídolo arbitral siempre ha sido Javier Castrilli, hasta el último día de su carrera. Siempre quise parecerme a él. Fue polémico por muchas cosas, pero lo admiro, lo respeto y lo defiendo”
Wílmar Roldán
Árbitro Fifa
Por Wilson Díaz Sánchez
Dice que le ha dado la vuelta al mundo dos veces y todo gracias al arbitraje. Acaba de cumplir 40 años de edad (24 de enero) y le quedarían seis como juez Fifa para seguir descubriendo países, escenarios y talentos.
Aunque valora y agradece lo que ha vivido con su profesión, asegura que hoy solo piensa en el día a día y el bienestar de su familia.
Luego de regresar de Santiago de Chile, donde fue el cuarto árbitro del partido de Copa Libertadores entre Colo Colo y Paranaense (11 de marzo), el antioqueño Wílmar Roldán entró en cuarentena por precaución con el coronavirus. Antes había dirigido Junior-Bucaramanga, por Liga, y Palmeiras-Tigres, por el certamen de la Conmebol.
Aprovechando estas jornadas de reflexión, EL COLOMBIANO lo abordó para conocer más de su presente, entorno y aspectos que mueven su existencia.
¿Cómo ha pasado estos días tan complicados para todos?
“Cumpliendo las indicaciones del Ministerio de Salud, en cuarentena. En el tema laboral, con el teletrabajo, y en lo relacionado al arbitraje, así no haya fútbol, como profesional que soy, sigo con la actividad física en la casa basado en un plan que me envió mi preparador personal. También, con cuidados en la alimentación porque no se puede abusar de la comida, aquí no se queman las mismas calorías”.
¿Cómo es un día para usted en este momento?
“Me levanto a las 7:30 a.m., desayuno a las 8:00 y media hora más tarde entreno durante 60 minutos, eso es diario. Después empiezo mis labores con el Inder, con informes, videochats, en fin, lo normal. En las tardes leo, saco espacios para entrar al Wyscout, una plataforma tecnológica donde vemos situaciones de juego y encuentros que hemos dirigido. Dedico una o dos horas a eso para tener bien la cabeza y estar bien al momento de tomar decisiones en la cancha. Comparto con mi esposa (Claudia Lorena Fernández, docente) y la animo a que haga deporte, y juego con mi hija (Mariana, de 7 años) y le enseño a montar bicicleta”.
¿Qué piensa ahora cuando no está en medio del agite de los viajes y las concentraciones?
“Lo primero que se me viene a la mente es que la humanidad está siendo muy frágil ante un tema de salud pública que tiene a las economías y a las grandes potencias en jaque. Deja mucho que desear que no estemos preparados para una situación como esta, a pesar de que se invierte tanto dinero en tecnología, informática, etc. Un virus que mucha gente creyó que no iba a hacer tanto estrago, infortunadamente no lo atendieron a tiempo. El mundo es débil ante algo que hoy, en pleno siglo XXI, debería ser combatido de inmediato”.
Por fortuna usted tiene varias actividades para pensar y evitar el estrés que ha generado esta pandemia...
“Cuando hay más de un foco de atención, la mente le trabaja mucho mejor a uno: tienes familia, otras labores, asuntos personales y el fútbol. Hace falta ver partidos en directo, viajar, pero igual el tiempo se lleva de buena forma porque tenemos otras ocupaciones”.
¿Ya cuántos años lleva en el arbitraje?
“Son casi tres décadas, empecé desde muy niño (a los 10 años). Ahora, con madurez y después de haberle dado la vuelta al mundo dos veces dirigiendo infinidad de partidos, me siento tranquilo. Cuando abro el espectro y veo que no solamente vivo del fútbol, siento que la vida es más tranquila, es importante tener otras alternativas. Obviamente, amo el juzgamiento y si volviera a nacer sería árbitro. Todos los días me levanto a prepararme por si me dan un partido, soy un profesional, así esta actividad en el país no lo sea. Los resultados que he obtenido hablan por sí solos de mi desempeño y carrera”.
¿Dice que volvería a ser juez de fútbol a pesar de las ingratitudes de ese oficio?
“Hay muchos cuestionamientos, pero eso nunca ha hecho mella en mí como para decir que quisiera otra cosa. Con mis errores, aciertos, triunfos, derrotas, con mis finales, torneos o sin ellos, siempre me inclinaré por lo que hago. El arbitraje se me metió por las venas y amo esta profesión. En este último tramo de mi carrera miro hacia atrás y veo todo lo que he hecho, los países que he conocido, los mejores estadios y jugadores del mundo, las competencias más prestigiosas y concluyo que soy un bendecido”.
De ese repaso que hace, ¿cuál ha sido el mejor país?
“Singapur, por su organización, es muy bonito, la infraestructura es excelente, tiene grandes políticas de calidad de vida, me descrestó en todo: transporte público, aseo de sus calles, la gentileza de las personas, el respeto que hay por el otro, y el clima también muy bueno. Si tengo la posibilidad de viajar de cuenta mía ese sería un destino para ir a vacaciones”.
¿Y el partido que más recuerda, y los jugadores?
“Han sido muchos, pero uno que me llega a la mente fue Brasil-Inglaterra, en la reinauguración del estadio Maracaná (2 de junio de 2013, empate 2-2). Otro, la final de Copa Libertadores entre Corinthians y Boca Junior (4 de julio de 2012, ganaron los brasileños 2-0 en el estadio Pacaembú de Sao Paulo y fueron campeones). Y acá en Colombia, en el que debuté Millonarios-Caldas en 2003. Y deportistas, Ronaldinho, Riquelme, Alexis Sánchez, Cavani... Poder estar en la cancha con Messi, Cristiano y demás fue muy bonito. Dirigir en el estadio Azteca, en el Monumental de Argentina, Wembley, Maracaná, Centenario de Montevideo, es historia pura para los que nos gusta el fútbol”.
¿Algún día creyó que un hombre de provincia fuera a trascender tanto?
“Jajaja. La verdad, no. Por eso vivo agradecido de haber estado hasta en Dubái conociendo esas maravillas que tienen los árabes. Es un premio de la vida, un don que Dios me dio y lo he sabido aprovechar. Aparte de las condiciones innatas están el trabajo, la disciplina, la constancia, la resiliencia y la fe que me han permitido lograr todo esto”