Desde el partido inaugural del pasado 14 de junio, con la inesperada goleada 5-0 del elenco anfitrión sobre Arabia Saudita, hasta la final, el 15 de julio, en la que Francia se coronó campeona por segunda vez tras imponerse (4-2) ante Croacia, la vigésimo primera edición del Mundial fue única e impredecible.
Un torneo de impactos y emociones que dejan claro que el fútbol está cambiando. Ya no pesa la historia y la tradición ganadora. Ya no se habla de selecciones “invencibles”, ahora hay elencos que le apuestan a la efectividad por encima del juego de espectáculo. Se fue el llamado “tiqui-taca”, así lo señala el técnico Néstor Otero, quien resalta que en la actualidad el fútbol directo es el que triunfa.
“Ahora se ve un juego más táctico y físico, por eso en las selecciones ya no hay tantos futbolistas que toquen bien el balón, que generen juego, sino que sean atléticos y veloces para contragolpear y llegar al arco”, comenta el entrenador.
Una muestra es el francés Kylian Mbappé, que en el duelo por octavos de final ante Argentina, alcanzó una velocidad de 37 kilómetros por hora en la jugada del primer gol de los galos. Esta marca supera a la que logró Usain Bolt en los 100 metros en Berlín-2009 (37.6 km/h).
Defensas, como muros
Para el exjugador Juan Jairo Galeano, en Rusia-2018 la idea de que la “defensa es el mejor ataque” prevaleció en las selecciones participantes.
“Para mí todos los equipos plantearon esquemas defensivos, esperanzados en mantener el cero y después buscar un contragolpe para llegar al gol”, comenta Galeano.
Esta opinión es respaldada por Otero al indicar que los planteamientos más utilizados en el Mundial fueron netamente conservadores: 4-2-3-1, 4-4-2 y 4-4-1-1. Aquí, otros expertos aportan sus conclusiones tras el Mundial....
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