En la previa, el calor subió hasta 33 grados, con sensación térmica de 40 y humedad de 80 %, justo cuando a la 1:00 de la tarde abrieron las puertas del estadio Metropolitano para el ingreso de la afición, que rápidamente pintó de amarillo las gradas.
Dos horas antes del inicio del juego, el estadio ya tenía un aforo del 90%, con ambiente festivo, con la ilusión de todo un país representado en quienes pudieron asistir al compromiso, con banderas colombianas de Cali, Bucaramanga, Ibagué, Medellín y todos los rincones de la nación.
El ambiente en las tribunas crecía cada minuto, la pasión de la tricolor se sentía en el ambiente, incluso cuando empezó a bajar la temperatura y las nubes aparecieron para oscurecer la tarde, con firme pronóstico de lluvia, como había sucedido en la víspera, cuando Paraguay no pudo reconocer el terreno de juego.
Los paraguayos salieron a recorrer el terreno en cuanto llegaron y la reacción de abucheo y silbidos no se hizo esperar. Pero no se amilanaron y desde el primer minuto pusieron el partido fuerte que les convenía.
De la euforia del gol de Radamel Falcao García, que duró 10 minutos en el que el estadio temblaba, se pasó a la impotencia, a la frustración y al velorio de la ilusión con el 1-2.
La gente apagó su parafernalia y se fue cabizbaja, algunos con algún rezago de optimismo, otros con la lapidaria sentencia de que se perdió la oportunidad de ir a Rusia.