Tres años después de su ansiada victoria en Wimbledon, el británico Andy Murray se consagró en La Catedral y dejó, por segunda vez desde 1936, el título en casa.
Murray (29 años) aprovechó las tempranas eliminaciones de Novak Djokovic, Roger Federer y Stan Wawrinka, y la ausencia de Rafael Nadal, para plantarse en la final, superar sin contemplaciones al canadiense Milos Raonic por 6-4, 7-6 (3), 7-6 (2) y repetir corona en Londres.
El tenista de Dunblane, a la sombra los últimos años de los Novak, Roger y Rafa, llegó a la capital británica después de levantar por quinta vez -récord del torneo- el título de Queen’s y con la espina clavada de Melbourne y París, donde cayó en la final ante el número uno del mundo.
Este hito es la consagración definitiva de un tenista que comenzó a jugar a los tres años dirigido por su madre, Judy, una antigua entrenadora nacional de Escocia.
“Hay muchos que hacen su mejor tenis cuando tienen 25 años y otros cuando se acercan a la treintena. Espero que mi mejor tenis esté todavía por llegar, así lo siento. Lo mejor está por llegar”, dijo Murray, quien recibió como premio 2,59 millones de dólares tras una final de dos horas y 48 minutos.