Desde hace dos años, Pablo Posada Gil encontró en el baloncesto una forma de ser feliz y cumplir sus sueños. Ayudado por su madre, Eliana Gil Sierra, este niño que reside en Niquía viaja todos los días desde su casa hasta el Coliseo Iván de Bedout para practicar baloncesto en silla de ruedas.
Su pasión por este deporte es total. Por ello, a Pablo no le importa tener que esperar minutos, incluso horas, mientras llega el bus con plataforma para movilizarse. Después, pasa al metro y, con la ayuda de su progenitora, llega a su anhelada cita deportiva.
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Pablo nació con espina bífida (una afección que ocurre cuando la columna vertebral y la médula espinal no se forman adecuadamente), por lo que siempre se ha desplazado en silla de ruedas.
Hace dos años, por invitación de un primo, Pablo llegó al coliseo. El entrenador del Inder Medellín, Diego Alejandro Torres, al ver su entusiasmo y la manera como maniobraba su silla, no dudó en permitirle entrenar. Desde entonces, tanto Diego como el técnico Raúl José Vega, de la Selección Antioquia en silla de ruedas, han logrado que Pablo tenga un avance significativo en el deporte, pues a su amor por la disciplina se ha sumado una férrea constancia.
La lucha de Eliana por sacar adelante a Pablo es titánica, tanto para llevarlo a terapias como a sus entrenamientos y a todos los lugares que el niño le pida. Antes del baloncesto, Pablo se inició en la natación, un deporte que también le sirve para sus terapias, pero ha sido la pelota naranja la que lo cautivó.
Eliana, madre soltera, trabaja en el tiempo libre que le queda desde su casa en un pequeño salón de belleza, con el que logra los recursos para salir adelante con Pablo. Sin importar la hora o el día, ella hace todo lo necesario por su hijo. Le consiguió un colegio donde pudiera estar en su silla de ruedas; actualmente cursa el grado tercero en la Institución Educativa Alberto Lebrún Múnera, y en las tardes lo lleva a los entrenamientos.
Pablo, de 9 años, tiene tanta vitalidad que los fines de semana invita a su mamá a hacer deporte. Por eso, es común verlos juntos en la ciclovía de la autopista.
Hace unos meses, Pablo tuvo un acercamiento con Paisas, el equipo profesional que lo adoptó como uno de sus fans. Ahora, el quinteto quiere ayudarlo: parte del recaudo de la boletería de este domingo y lunes, de los partidos que disputarán ante Caribbean Storm en el Iván de Bedout, será para que Pablo pueda cambiar su silla de ruedas.
Este elemento tiene un costo superior a los 3 millones de pesos. Por ello, el equipo que dirige Daniel Seoane, espera que, con el apoyo de sus aficionados, puedan aportar un granito de arena para cumplir el sueño de este deportista que, la próxima semana, tendrá una competencia en Bogotá.
Así que, además de ver buen baloncesto domingo y lunes en el Iván de Bedout, usted podrá aportar para ayudar a Pablo, quien necesita una nueva silla de ruedas.