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Tener un auto antiguo: pasión que va más allá de la razón

Hoy es el Desfile de Autos Clásicos y Antiguos. Sale a las 10:00 a.m. de EL COLOMBIANO. Son 18 km.

  • Así luce el Chrysler Royal Coupé de 1939. FOTO Carlos Velásquez
    Así luce el Chrysler Royal Coupé de 1939. FOTO Carlos Velásquez
Tener un auto antiguo: pasión que va más allá de la razón
13 de agosto de 2022
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“Yo era un señor tranquilo, dedicado a mi actividad, hasta que conseguí mi primer auto antiguo y me entró la enfermedad del óxido. Ya no pude parar y no quiero curarme”, dice el ginecólogo Óscar Serna, un colombiano que lleva 30 años viviendo en Celaya, México, y que por estos días anda con un grupo de otros veinte “enfermos” mexicanos recorriendo garajes y colecciones de carros de época en Colombia.

Tener un vehículo antiguo es una pasión que no entiende de razones. El placer de buscarlo, rastrearlo, conseguirlo, restaurarlo y verlo listo como el primer día es algo que llena de orgullo a sus propietarios.

“La mayoría de las personas que comenzamos en esta afición lo hacemos buscando el carro de nuestra infancia, el que tenía la familia, en el que nos llevaban al colegio o de paseo, en el que pasamos la adolescencia y la juventud. Lo ideal, para comenzar en este tema, es buscar uno que esté lo mejor posible en cuanto a estado, porque restaurarlo es un asunto largo y complicado, sobre todo si no se sabe de mecánica”, dice Luis Alberto Moreno, integrante de la junta directiva de la Fundación Museo del Transporte de Antioquia.

Ojo con la carrocería

Como en todo proceso, hay partes que son más complicadas y difíciles que otras, por eso la insistencia en conseguir el auto en el mejor estado posible, ojalá con una carrocería completa y sana. “Hacer la latonería es muy difícil y costoso porque hay muy poquitos artesanos que sepan trabajar hoy la lámina de los carros antiguos, que era más gruesa que la actual. Con la mecánica no hay problema, incluso puede conseguir el carro sin motor porque una máquina se encuentra o se arregla más fácil, lo de latas es más difícil”, apunta Luis Moreno.

Cuando se está buscando un modelo de época, los expertos recomiendan asesorarse bien antes de hacer la compra, preferiblemente de alguien que conozca o haya tenido un auto similar, para tener mejores referencias. Otro consejo es, para empezar, comprar un carro que sea muy conocido, del que se hayan construido muchas unidades o que haya suficientes disponibles para obtener piezas de recambio. Los más comunes son: el Ford Mustang entre 1965 y 1969, el Chevrolet Bel Air de 1955 a 1957, el Jeep Willys de 1946 a 1955 o el Volkswagen Escarabajo de 1966 a 1980.

Fiebre colombiana

Mención aparte merecen los autos construidos en el país, como el Renault 4 o el Renault 12, los Dodge Dart, los Simca o los FIAT 147. Autos que la generación X vio de pequeña y que ahora quiere tener en su garaje porque era el sueño de infancia tener uno o lo tuvieron sus padres, vecinos o familiares.

Para estos carros se consiguen muchas piezas y repuestos porque se vendieron en gran cantidad y hay ejemplares aún en excelente estado de conservación. Es una buena manera de entrar en el mundo de los autos antiguos, según las fuentes consultadas.

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Los amigos que se hacen

Bernardo Castro acaba de entrar a la afición y lo hizo por la puerta grande. Su familia encontró el auto que había sido de su padre y que no veían hace cuatro décadas. Se trata de un raro Chrysler Royal Coupé de 1939, lo restauraron y se lo regalaron de sorpresa en su cumpleaños número 66.

“Para mí es una satisfacción muy grande tener el carro que era de mi padre y en el que, de pequeño, me llevaron al colegio y a paseos a la costa. En ese carro fuimos hasta el Parque Tayrona en los años 60, con esas carreteras destapadas y mal acomodados atrás, pero ese, para mí, es un recuerdo imborrable. También recuerdo cuando aprendí a manejar en él, es parte de mi vida. Ahora, gracias a este carro, he conocido un montón de nuevos amigos de afición y estoy que no me cambio por nadie”.

Salir en un auto antiguo significa no pasar desapercibido nunca y estar dispuesto a recibir elogios, piropos, gestos de cariño y comentarios sobre el carro. “Es la mejor sensación del mundo. Yo voy por Las Palmas subiendo en mi carro de los años 20 o 30, a mi ritmo y todo el mundo tiene que ver con él. Que muy lindo, que una foto, que felicitaciones, que qué modelo es, que lo disfrute, y así en todo momento. Esa es una alegría inmensa. Eso no te pasa en un carro moderno. Uno aprende a perder el estrés porque de pronto se vara, y si se vara, eso es parte del paseo. No hay que tenerle tampoco miedo al tráfico ni pensar en que algo le va a pasar. Los viajes hay que disfrutarlos, no dejar el carro guardado todo el año esperando el desfile, porque es ahí donde se vara por no usarlo”, dice Herman Gutiérrez, restaurador y coleccionista.

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