Medellín y el Valle de Aburrá son lugares privilegiados para que crezcan y florezcan bellos e intensos jardines.
Ana Camila Sánchez Fernández emprende, de mañana a noche, una tarea que comenzó hace más de 70 años y que a cada hora la retoca, observa y perfecciona. Su vida ha transcurrido en un acogedor jardín de árboles bonsái, que se extiende por los corredores, patios y solar de su casa en Robledo, como un bosque en miniatura, visitado por mariposas, colibríes y torcazas, una de las cuales hoy se siente huésped de honor del jardín y no permite que ninguna otra de su especie se acerque a Anita, como le dice la familia y quienes la conocen.
Cada arbolito, la mayoría con más de 35 años, tiene su historia. “Este lo trajo mi hija María Lía, casi en la semilla, en 1977, al sacarlo de uno de los jardines de la Universidad de Medellín porque le pareció que...
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