Un lago en medio de la montaña, habitaciones en burbujas transparentes para ver el cielo estrellado y una casita en el árbol que invita a volver a la infancia. Estos son algunos espacios de Ancestros Ecoparque, en la vereda El Palmar de Girardota, un proyecto familiar que Alejandra Pérez lidera desde el área comercial y que ha convertido este rincón natural en un referente de turismo sostenible.
A veces, las grandes ideas surgen de manera espontánea. El terreno donde hoy funciona Ancestros Ecoparque era, en un comienzo, un espacio de esparcimiento familiar al que poco a poco fueron sumando iniciativas. El padre de Alejandra represó un hilo de agua que dio origen al lago, y más tarde construyó un canopy para sumar a la aventura. Con el tiempo, ella, quien ha tenido una visión estratégica y un liderazgo cercano, asumió la tarea de darle rumbo a esas ideas y convertirlas en un proyecto sostenible, capaz de generar empleo en la vereda y de mostrar que el turismo también puede construirse con respeto por la naturaleza.
Hoy Ancestros Ecoparque genera 11 empleos directos para habitantes de la vereda, que han encontrado allí estabilidad y nuevas oportunidades.
Las bondades también son ambientales y comunitarias. El ecoparque funciona con 24 paneles solares y un sistema hidráulico conectado a EPM. Además, fomenta la compra de insumos agrícolas a campesinos de la zona y ofrece una vitrina para artesanas locales. Cada decisión busca reducir el impacto en el entorno y fortalecer la economía rural, para generar bienestar y promover un turismo consciente. Además, Ancestros también ha inspirado a otros emprendimientos turísticos que ven en Alejandra y su familia un ejemplo de sostenibilidad con propósito.
La Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia ha hecho parte de esta historia. Sus capacitaciones, la apertura a la participación en ferias como Colombia Travel Expo y Expovacaciones, y la inclusión en el Clúster de Turismo han fortalecido su crecimiento. “Siempre han creído en nosotros, nos han abierto puertas y nos han ayudado a pensar en visión empresarial”, dice Alejandra.
Más allá de los reconocimientos, lo que la emociona es ver cómo el proyecto ha transformado las vidas de sus colaboradores. “Cuando empezamos, nadie del equipo tenía transporte. Hoy todos tienen moto, uno ya conoce el mar y otra compañera estudia hotelería y turismo con nuestro apoyo”, cuenta. Por eso, cada domo iluminado al caer la noche y cada visitante que llega a descansar en la montaña son, para ella, la prueba de que Ancestros no es solo un parque, es un sueño compartido.