Durante las celebraciones decembrinas la familia de Arnol Palacio Gallego recibía a los visitantes que necesitaban un lugar para hospedarse. La amabilidad con la que atendían los hizo recibir invitaciones para que se dedicaran al turismo. Pero esa idea solo se hizo realidad en 2018, cuando Arnol terminó su bachillerato y comenzó a capacitarse en turismo.
Su visión le permitió ver la oportunidad que tenía de convertir la finca familiar en un referente turístico del Occidente antioqueño, y así lo hizo. Lo aprendido en las aulas lo comenzó a replicar en su hogar. Formalizó el hospedaje, aprendió de aviturismo, fortaleció sus conocimientos y aprendió de todo aquel que pudiera enseñarle.
“Mis abuelos también empezaron a capacitarse y fue algo muy bonito porque la misma comunidad decía: Vayan donde El Tigre que allá son aptos para recibir turistas. Hasta que un día el profesor prestó atención fue hasta la casa y todos nos fuimos metiendo en esto”, explica Arnol. 
Sus primeros clientes fueron cinco extranjeros que llegaron allí por una conversación en la que él les prometió mostrarle el proyecto que apenas iniciaba. Al otro día, estaban en la finca sembrando café, trabajando en el viñedo y explorando las jornadas normales de un campesino. Salieron tan contentos que recomendaron el lugar y la voz no solo se pasó entre sus conocidos, sino entre la comunidad. Arnol había logrado que los turistas fueran a la finca a ensuciarse, a trabajar, una idea del turismo que era nueva para la región.
 
    
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
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