En Colombia, mejor, en Medellín, el proceso es contrario. El rugby sale de los barrios, de las calles sin pavimentar, de las canchas polvorientas.
Acostumbrados en el mundo a que los jugadores de rugby salieron de los colegios más elitistas de cada ciudad, en Medellín se afincó en las laderas de la ciudad, y entre la Liga y las Escuelas Populares del Deporte del Inder, a empujones, nace una nueva generación.
Es el caso de Juan Esteban Pamplona. Desde la cancha de La Floresta, en la que empezó a jugar hace casi una década, alcanza a mostrar su casa. "Es esa, la de ladrillo al lado de esas columnas blancas", muestra con el dedo a una casa en el barrio La Pradera, más arriba de Santa Lucía y de Los Alcázares.
De allá bajó con alguien más, Diego León, su hermanito, al que también metió en el rugby. "Está en Lobitos, apenas empezando en las Escuelas. En la casa quieren que hagamos deporte, aunque sí se asustaron la primera vez que nos vieron jugar. Es un deporte fuerte", dice Juan Esteban, quien hace parte de la preselección juvenil de Colombia que participará en el torneo de Perú, junto a los también antioqueños Jaider Pemberthy, Elkin Botero, Juan Pablo Betancourt, Luis Ángel Soto, Dávinson Cardona, Yeison López y John Fredy Hinostroza, todos del equipo de Desarrollo Deportivo, la segunda etapa de las Escuelas del Inder Medellín.
"Ya hemos tenido a más de 1.400 muchachos en el proceso de las escuelas, muchos de ellos que vienen de barrios en el que el rugby no es conocido. Por ahora llevamos a 400 en un buen proceso, que pueden salir de acá para otro equipo o club", comenta Mauricio Henao, entrenador de selecciones Antioquia juveniles, y una de las cabezas de los proyectos de rugby en los colegios.
De las aulas
En Antioquia y Colombia, el rugby creció de la mano de las universidades. Y todavía se mantiene.
De los 12 equipos que hay en las dos primeras categorías de la Liga, se encuentran ocho de universidades (Eafit, dos de la U. de A., U. de M., UPB, Luis Amigó, Nacional, Tecnológico de Antioquia), además de otras instituciones que van en expansión.
Por ahora, el trabajo lo empiezan las escuelas y derivan, en la mayoría de oportunidades, en los clubes y las universidades. Pero ya lo decía Diego Albanese, ex jugador de la selección Argentina de rugby (llamada Los Pumas) y entrenador del equipo juvenil de ese país: el camino es largo, demasiado.
"Tienen un camino difícil por recorrer. ¿Ponerlo en tiempo? Es difícil cuantificarlo, hacerlo en cifras. Pero falta mucho, cambiar algo de la cultura de estos chicos y poder mantener un proceso en el tiempo, pero material tienen", dice Albanese, quien jugó dos mundiales y varias ligas de Europa.
Y aunque hay mucho por hacer, a los empujones se abre paso la nueva generación de un rugby de abajo.
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