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"Ahí dejamos la mesa con los tintos servidos"

23 de agosto de 2008
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Los diálogos de paz con el Eln parecen episodios de una aburrida novela que cada temporada reencaucha la misma trama con los mismos personajes.

Ya son diez años de intentos, argumentaciones, mediaciones y "casi acuerdos" que se estropean por cualquier razón, válida o no.

Francisco Galán lo tiene claro. Él estuvo convencido por casi 40 años de que el fusil era la herramienta para mejorar el país. Pero ahora, cansado de la novela, tiene una visión más crítica sobre la lucha armada a la que ya renunció.

Él, uno de los protagonistas del acercamiento entre el Eln y el Gobierno desde 1998, está convencido de que por lo pronto, no hay posibilidad de un diálogo.

Las razones, dice, pueden resumirse en cinco: el requerimiento del Gobierno para la concentración de fuerzas y la identificación de miembros del Eln, la falta de debate, la falta de determinación del Eln para dejar las armas, el agotamiento de una mesa que se fue quedando sola, y la suspensión de la mediación del presidente venezolano, Hugo Chávez.

"Llegó un momento en el que las dos partes ya no se creyeron. 'Grite todo lo que quiera que yo me tapo los oídos y me los destapo cuando yo lo quiera gritar a usted'. Se agotaron los interlocutores. Sin embargo ahí dejamos la mesa con los tintos servidos, pensando que íbamos a volver", recuerda el ex guerrillero.

Comandancia por internet
Pero para Galán la razón de fondo que ha repetido la misma novela durante diez años, es la indecisión del grupo guerrillero.

Por ejemplo, dice Galán, "el Eln no ha tomado ninguna determinación de dejar las armas, entonces ¿para qué la negociación? Si no estamos dispuestos a dejar la guerra ya, para qué dialogamos. Hay unos que dicen 'No hablamos con el Gobierno de Uribe porque es paramilitar, porque no queremos reencauchar su reelección, porque nos puede utilizar'. Otros dicen 'Hombre, sí hay que hablar con él'".

En eso coincide el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo:

"Los dirigentes del Eln no tienen ningún interés en avanzar en la paz. Tienen un doble lenguaje, públicamente dicen que quieren la paz y en la práctica lo único que quieren es volverse a fortalecer militarmente", sostiene el funcionario.

El Comisionado asume también que el país no puede seguir pensando en una negociación con unas cúpulas "autistas" y alejadas del país, "cuando incluso varios de los jefes de las Farc y el Eln ni siquiera están en Colombia, están en el exterior mirando internet y escribiendo sus editoriales radicales desde allá. Eso es una burla incluso para sus propios hombres que están muriendo acá en una lucha inútil".

Voluntad desmoronada
Otro que no cree en un pronto acuerdo entre el Gobierno y el grupo ilegal es Moritz Ackerman, ex garante de la sociedad civil en los últimos intentos por el acuerdo.

El empresario señala que "la voluntad del Eln se fue desmoronando a medida que sus frentes asumían una mayor distancia frente al Coce (Comando Central). La capacidad de mando del Coce está en discusión, no tiene autoridad para ordenar un cese de hostilidades. Así se fue desmoronando la capacidad de representación en la mesa".

Sin embargo, Ackerman sostiene que todavía ve en el Gobierno la disposición de continuar explorando soluciones concertadas con esta guerrilla.

El más positivo es el profesor Alejo Vargas, también garante y testigo presencial de encuentros y desencuentros: "Yo no soy de los que creen que las cosas están muertas. Más allá de lo que se diga, siempre hay una posibilidad. Si bien las cosas parecen bastante enredadas, yo nunca descarto una posibilidad".

Según el analista, en la etapa más reciente del proceso, ad portas de la firma del Acuerdo Base, el Eln estaba mirando la negociación para ver qué tanto podía ganar o recibir y así para dar un paso más en su desmovilización.

"Estaba haciendo un tanteo. Entonces no hubo oportunidad de meterle el diente a eso, los intentos se quedaron en trámite, pero a la parte sustantiva como tal no se llegó", indica Vargas.

Ahorita, ¿para qué?
Álvaro Jiménez, también del grupo de garantes y directivo de la Fundación Colombia sin Minas, rescata que Casa de Paz, el sitio donde siempre hubo una mesa dispuesta para el diálogo, demostró que no era imposible que el gobierno de Álvaro Uribe y el Coce se sentaran a conversar. Además, "el Eln y el Gobierno construyeron el documento del Acuerdo Base, un insumo con el que cuentan las partes y la sociedad para avanzar en un camino. Lo que pasa es que los tiempos de incertidumbre no tienen recetas, tienen dinámicas y procesos", dice.

Y la incertidumbre continúa aun cuando Francisco Galán, un ex militante hecho en las entrañas de la guerrilla, es quien puede ahora acercar a las partes.

"El Presidente me faculta, ¿pero qué hago si (el Coce) no me recibe? Me mandan decir '¿Para qué hablamos, para qué nos encontramos Pacho, si no estamos interesados en el diálogo? Cuando haya una propuesta nos encontramos, ¿pero ahorita para qué?'".

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