Esta semana nos despertamos con una noticia filtrada por algunos periodistas en el sentido de que dos campañas a la Gobernación de Antioquia estaban ad portas de buscar un acuerdo.
Se dijo inclusive, para darle más misterio al asunto, que la reunión para avanzar en la alianza se haría a primera hora de la mañana en una iglesia de la ciudad, de la que no se dieron pistas.
El encuentro sería entre el candidato conservador Álvaro Vásquez y el exministro Andrés Uriel Gallego.
Supongo que para quienes conocieran de la religiosidad de Gallego, el lugar daba una pista que confirmara la veracidad de la noticia.
Al final, ni el encuentro se produjo, ni el candidato Vásquez sabía del mismo: ese día dijo a los medios que se estaba afeitando cuando escuchó que supuestamente en un par de horas tenía esa cita inexistente.
Desde hace meses dirigentes de los partidos de la U y Conservador vienen promoviendo una alianza entre las dos colectividades para enfrentar a Sergio Fajardo. Todo surgió a raíz de una reunión en la finca del expresidente Álvaro Uribe, donde se acordó un reparto de cargos: Alcaldía para unos y Gobernación para los otros.
Sin embargo, desde ese momento hasta hoy no se ha concretado nada por una sencilla razón: ninguno quiere ceder, ni cederá.
La candidatura conservadora va más allá del respaldo que tiene de Luis Alfredo Ramos, detrás de ella hay un grupo de dirigentes de segundo nivel de ese equipo político que la quieren sostener hasta el final.
Por el lado de la U, Carlos Mario Estrada ha sabido capitalizar el apoyo del expresidente Uribe, y la llegada de sectores de otros partidos diferentes al suyo le da oxígeno para sostenerse.
Lo que no termina de entenderse es la terquedad de insistir en la alianza: lo hace Uribe, lo hacen algunos conservadores y cada vez se va convirtiendo en una camisa de fuerza para las dos campañas, que siembran sus esperanzas en la posibilidad de ir juntos frente a una mole como Fajardo.
Lo mejor sería cerrar de un todo esa llave que plantea escenarios improbables y que desdibuja la realidad de una contienda en la que las especulaciones de retiros hacen un daño terrible. Los dos quieren la alianza, pero ninguno se irá a las toldas del otro.
Más claro no canta un gallo.
P.S.: Durante varios años fui profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Pontificia Bolivariana y puedo dar fe ante notario que jamás se cuestionó el programa de mi curso.
Decir que en la UPB no hay libertad de cátedra es una mentira fundada en intereses personales, de gente que quiere hacer daño.
Twitter: @carlosaperez
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