Se vino diciembre, época en la que se suele gastar más dinero de lo normal, inclusive más del que se tiene. Aguinaldos, vacaciones y todo tipo de compras, hacen que estos días sean para el comercio la mejor temporada del año.
Diciembre es sinónimo de dinero, indulto y gratificación, pero a la vez, tiempo de irreflexión, donde se olvidan las dificultades económicas; para unos llegan las primas y para otros, que ya las tienen empeñadas, la ausencia de dinero no es problema; un préstamo lo soluciona.
La falta de cultura financiera hace acudir permanentemente a la banca, al pagadiario o a cualquier forma de crédito formal e informal, para suplir el desbordado instinto material.
Gastar más de lo que se gana es el camino directo a la bancarrota y, sin embargo, es una práctica mucho más común de lo que parece.
Incurrir en ese comportamiento es haber tocado fondo, lo peor es que generalmente muchos no se dan cuenta durante algún tiempo, por el uso indiscriminado de tarjetas de crédito, o por la facilidad de adquirir dinero recurriendo a préstamos bancarios o de otro tipo.
Y aquí elevo mi indignación con algunos banqueros, porque no hay asesorías a los clientes, prestan dinero de manera irresponsable sin hacer proyecciones serias, solo les importa que los clientes tengan su cédula, un empleo medianamente estable o un tipo de bien para expropiar cuando llegue el momento.
Gracias a una deuda pude adquirir casa, pero indefectiblemente estaré abonando por unos buenos años hasta saldar mi obligación, y en total haber pagado quizá el doble del precio del valor inicial de la vivienda. Las deudas hacen ricos a los bancos, no a nosotros. Su mayor activo para generar riqueza son nuestros ingresos, pero ellos se vanaglorian haciendo campañas de responsabilidad social, cuando algunos son unos irresponsables sociales.
Llega el momento en que la situación se aprieta hasta tal punto, que se trabaja solo para cancelar obligaciones, o peor, pagar deudas con más deudas. Así la vida pierde calidad. Sin embargo hay quienes prefieren deber "esta vida y la otra" para tener un súper "algo", a costa de la nevera y la barriga vacía.
Para muchos, endeudarse seguirá siendo un método eficaz de crecimiento económico. Las deudas son buenas, cuando se utiliza el dinero para adquirir bienes o servicios con posibilidades de renta; o también cuando no se pone en riesgo la estabilidad económica.
El problema de las deudas es cuando se convierten en hábito, obstaculizan el ahorro y hacen menospreciar el dinero, ya que se obtiene fácilmente y antes de ganarlo. Pueden ser una solución financiera a corto plazo con consecuencias negativas a futuro.
Hay un proverbio que plantea que para conseguir hay que endeudarse.
Muchos, el refrán se lo toman tan a pecho y terminan llenos de "culebras", tan asfixiantes y venenosas como las anacondas y las mapanás.
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