Bello le acaba de dar a Colombia una lección de grandeza, dignidad y cultura política. No había que apelar a mecanismos extremos distintos a la expresión silenciosa de un pueblo sojuzgado por la delincuencia, la mafia y las maquinarias políticas. Desde la dignidad de un voto en blanco, Bello le reclamó al Gobierno el hecho de haberlo abandonado.
Independiente de que el candidato sea bueno o malo, las democracias son la expresión de la pluralidad y Bello, una de las ciudades más importantes del país por número de habitantes e historia, en un acto de dignidad democrática, reaccionó y no se dejó imponer la elección de un solo candidato.
La respuesta de los bellanitas puede constituirse en el iceberg para las elecciones venideras, que seguramente serán vigorosas de pueblo y llenas de cohesión. Es la primera vez, desde la Carta de 1991, que una sociedad da tal ejemplo de democrcia.
Es ahora tarea del Estado apoyar a la población, a sus electores y vigilar las componendas y maquinaciones con el fin de que esta expresión democrática no sea burlada. Si el pueblo bellanita con su voto en blanco, honra la legalidad constitucional, el Estado tiene que reconocer que la suya no es una democracia manchada.
Vergüenza para la casa Suárez, vergüenza para el Partido Liberal que se prestó a la burla, vergüenza para los sectores del conservatismo aliados con la Gobernación que se prestaron para el juego... Con su voto en blanco Bello probó que está muy por encima de sus dirigentes enriquecidos con el juego político. La llama encendida en Bello no se puede dejar apagar, pues es el más claro ejemplo democrático de las elecciones pasadas.
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