Lo que faltaba es que las barras bravas del fútbol colombiano entraran "como Pedro por su casa" al campo de juego y la emprendieran contra los jugadores.
Antes los desadaptados se ensartaban en grotescas batallas campales en las tribunas o en las afueras de los estadios, pero lo sucedido esta semana en Cali, ya es más que preocupante. Los peligrosos hinchas entraron por la puerta a la misma cancha y casi no pueden ser controlados por los policías.
Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali, ya tomó medidas inmediatas, pero parecen pocas ante el incremento de la violencia en los estadios. A este preocupante flagelo social hay que pararle bolas.
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