Íngrid Betancourt reconoció este miércoles estar feliz por su libertad recobrada en julio pero añadió que su corazón "sigue encadenado a un árbol de la selva", donde pasó más de seis años.
Betancourt acompañó a otro ex secuestrado, el ex congresista Luis Eladio Pérez, y que narró esa vivencia en Infierno verde, un libro presentado en la Casa de América de Madrid.
Escrito en primera persona con la ayuda del periodista Darío Arizmendi, el libro incide mucho en la experiencia personal de Pérez y otros compañeros de secuestro, sin olvidar algunas reflexiones sobre la situación política y social en Colombia y el problema de la violencia, el narcotráfico y la guerrilla.
La presentación del libro fue multitudinaria y brindó momentos de emoción: a los dos ex secuestrados se les escaparon las lágrimas en alguna ocasión cuando recordaron hechos concretos de su dramática peripecia.
"Él fue mi familia en la selva", dijo Betancourt, que fue liberada en una operación militar en julio pasado, mientras Pérez lo fue tras gestiones internacionales a comienzos del año.
Tristeza
Toda la rueda de prensa tuvo un poso de tristeza, porque los dos ex congresistas insistieron en que su felicidad no será completa hasta que los demás secuestrados no vuelvan a su casa y siempre como consecuencia de un acuerdo pacífico y no de un rescate militar, opción que rechazaron por peligrosa para la vida de los cautivos.
La vía del diálogo que dé lugar a un espacio de convivencia fue la apuesta de Betancourt y Pérez, cuyo esfuerzo pasa ahora por favorecer la libertad de otros secuestrados en Colombia.
Betancourt subrayó su deseo de encontrar un equipo de gente adecuado - un dream team, señaló - para crear una fundación que se ocupe de la defensa de la libertad, los derechos humanos y el medio ambiente, y dejó claro su negativa a volver a la política.
Llamado a las Farc
Los dos ex secuestrados hicieron un llamado a los líderes de las Farc para que reflexionen y busquen cambiar Colombia a través de la política y no de las armas.
Betancourt quiso tener un recuerdo para "los muchachos, casi niños" que integran el movimiento guerrillero, y de los que dijo que también son rehenes que perdieron a sus familias y tienen pocas posibilidades de recuperar su vida normal si siguen en el movimiento.
A la hora de avanzar en esta línea Betancourt apeló a los líderes latinoamericanos para que intercedan y presionen a la guerrilla con el objetivo de que abandonen la lucha armada y opten por la acción política.
Por su parte, Pérez hizo hincapié en que esa presión internacional ha de ser sobre las Farc, pero no sobre el Gobierno de Uribe para que dé un reconocimiento político a la guerrilla.
Aunque la rueda de prensa estuvo atravesada por la pesadumbre por la situación en Colombia, ambos ex secuestrados tuvieron algún momento para la sonrisa, como cuando recordaron que durante el cautiverio Pérez contaba a Betancourt su anhelo por comerse un cochinillo en un restaurante céntrico de Madrid, que vio cumplido el martes en la noche.