Un sendero rodeado de árboles nativos descubre el parque de los dioses de piedra.
El calor que supera los 25 grados de temperatura, la brisa que mueve las hojas y el silencio, entre los caminantes, la mayoría de ellos extranjeros, hace que el sitio se vista de una peculiar solemnidad.
Por el césped, bien cuidado y delimitado, el recorrido obliga a detenerse para ver los montículos funerarios, las tumbas con dólmenes, los sarcófagos y las estatuas talladas en piedra.
El lugar se conoce como el Parque Arqueológico San Agustín y fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Se llega por tierra, a través de una carretera pavimentada, a unas cuatro horas de Neiva.
En un recorrido que dura tres horas, se pueden visitar las cuatro mesitas, el Alto del lavapatas y el Bosque de las estatuas.
Rituales y cultos
Las tallas gigantescas se caracterizan por diseños que combinan rasgos humanos y animales. En esas esculturas se evoca lo ritual, la procreación, el culto a los animales y la muerte, tal como se explica en www.icanh.gov.co.
La ocupación humana del Alto Magdalena comenzó en el período Arcaico (6.000 a. de C.), pero solo a partir del Formativo (1.000 d. de C.), se encuentran vestigios de sociedades sedentarias. Más adelante se formaron poblados y centros ceremoniales que fueron abandonados antes del arribo de los españoles en el siglo XVI, tal como se indica en el folleto que entregan a la llegada.
Uno de los lugares más emblemáticos para visitar es la Fuente ceremonial de lavapatas, en el que se pueden ver una serie de placas talladas sobre el lecho de la quebrada.
Los canales por donde circula el agua -y antaño la sangre de los sacrificios- forma siluetas de lagartijas, serpientes y caen, a manera de fuente, a tres estanques.
En este lugar que se relaciona con el culto al agua, se explica la labor de científicos y antropólogos por preservarlo de la tarea destructiva de microorganismos y la intervención humana. Las formas empiezan a perderse.
A pesar de ello, caminar por este y otros vestigios es reencontrarse con el pasado de una sociedad que incidió con fuerza en otras culturas precolombinas. Sus rituales y símbolos nos cautivan con imponencia.
Pico y Placa Medellín
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