Ayer volvió la opulencia a Dubai. Ese universo de hipérboles en dólares y edificaciones inauguró la Torre Jalifa, nombrada así en honor al presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Jalifa bin Sayed al Nahyan.
El rascacielos, dedicado en su mayoría al uso residencial, mostró todo el esplendor de sus 828 metros y 192 pisos, bañado en fuegos artificiales y luciendo el título del edificio más alto del mundo, que ostentaba el Taipei 101, de Taiwán, con 509 metros de altura que, sin duda, palidecen frente al Jalifa.
Con un costo de 1.500 millones de dólares, la construcción de la torre tomó cinco años y se inaugura justo en momentos en que Dubai necesita alimentar su ego, luego del crac financiero de noviembre pasado, que lo llevó a pedir moratoria en su deuda.
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