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El agobio en Bello: desempleados y desplazados

18 de abril de 2009
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En una esquina, abajo del puente y en la margen derecha de la quebrada La García, Gudiela Mora improvisa un fogón de leña y monta la olla de aluminio.

Es temprano. Los niños ya salieron para la escuela y es día de mazamorra pilada. Así lo sabe todo el vecindario.

Día de por medio, de a 1.000, 2.000 y 3.000 pesos, ella reúne lo necesario para el sostenimiento de sus hijos.

Salió de Guadalupe por temor a la violencia y se fue para San Roque, pero de allí también decidió emigrar con su esposo y hace 6 años está al lado de la quebrada que cada año, en invierno, pareciera cobrar la invasión de sus riberas.

"A mí no me ha afectado porque vivo en un segundo piso", cuenta ella que tiene una casita hecha en parte de material. Su esposo regresó a San Roque porque según él "aquí no es su vida", pero ella decidió quedarse.

Como todos los que viven en esta zona, declarada de alto riesgo y por donde se haría el trazado del sistema de Metronorte de Bello, pertenece al nivel 1 del Sisbén.

Los pobladores de este sector, como también los de El Pinal, barrio París, una parte de Santa Rita, son en su mayoría población desplazada.

Y ese es uno de los problemas más complicados que enfrenta este municipio del Norte del Valle del Aburrá.

Bello es el segundo municipio receptor de esta población, al igual que Medellín, pero con una diferencia: "aquí hay menos recursos para atenderla", dice la secretaria General, Duber Mary Velásquez, quien en el momento de estas declaraciones estaba de alcaldesa encargada.

Más de 10.600 desplazados viven en Bello, la mayoría provenientes de municipios de Antioquia y otros del Chocó.

Se calcula que en total 13.000 familias pertenecen al nivel 1 y 2 del Sisbén.

Las condiciones de pobreza de estos grupos son extremas. Y aunque muchos de los barrios están formalizados como es el caso de París (comuna 1) sus habitantes viven del rebusque, porque el desempleo es generalizado.

María Lucelly Ospina es una mujer de 64 años.

Arriba, en el sector de Los Sauces, desde donde se divisa todo el municipio, ella vive de la solidaridad de sus vecinos. "Me regalan una tarjeta prepago para la energía porque no tengo ni gas ni cómo pagar energía", cuenta esta mujer que lleva meses buscando un subsidio para la tercera edad.

Allá donde el Ejército hace presencia para controlar los problemas de orden público, las oportunidades de empleo son mínimas.

"Aunque el desarrollo del Norte le ha dado un empujón a Bello, este es un municipio muy pobre", destaca el presidente de Asocomunal José Cuadros y llama la atención sobre la falta de fuentes de empleo. "Aquí solo está Fabricato, Postobón y Ascensores Mitsubishi".

Lo mismo opina Hernando Ocampo, líder del barrio Salvador Allende, también de la comuna 1. "La gente vive del rebusque, venden frutas y las mujeres se dedican a hacer aseo en casas. También hay muchos predios sin legalizar y sobre todo viene mucho desplazado".

En París hay 1.180 personas que hacen parte del proyecto Juntos, dirigido a familias en extrema vulnerabilidad y a quienes se busca garantizarles sus derechos, explica la secretaria General.

Pero en sectores como El Pinal la situación es más preocupante. Ni acueducto, ni agua potable ni alcantarillado ni trabajo.

Según el censo de Planeación allí hay cerca de 12.000 habitantes reunidos en los barrios Adolfo Paz, Regalo de Dios, El Pinal y Altos de Oriente (este último pertenece a Medellín).

A estos barrios es donde llega el más alto número de desplazados y destechados.

"Pero la atención a esta población es mínima. Tan solo 70 niños reciben desayuno y Maná aporta unas galleticas y una lechita", dice el padre Rubén Darío López, que cada ocho días reparte 300 panes y aguapanela a la población infantil de esta zona, que según el sacerdote puede ascender a más de 1.000. "De resto aquí la gente no tiene qué comer".

Aunque a Gudiela el agua no se le entra a la casa, ella espera que le den el subsidio para tener una casa más segura para sus hijos.

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