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España derrochó lágrimas de la emoción

Con besos, abrazos, lágrimas y mucha pasión, los ibéricos festejaron la primera Copa Mundo que consiguen. La fiesta apenas empieza, pues este lunes parten a Madrid para celebrar con sus compatriotas.

  • España derrochó lágrimas de la emoción | AP | El portero Iker Casillas, capitán y protagonista de la conquista española, derrama lágrimas de felicidad gracias al título de campeones del mundo.
    España derrochó lágrimas de la emoción | AP | El portero Iker Casillas, capitán y protagonista de la conquista española, derrama lágrimas de felicidad gracias al título de campeones del mundo.
11 de julio de 2010
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Llorar de emoción es válido y si es por culpa de un codiciado trofeo que se llama Copa Mundo sí que vale la pena. Inundada en lágrimas de la dicha culminó este domingo España cuando con el anhelado gol de Iniesta se convirtió en la nueva campeona del mundo.

Tuvieron que pasar 116 minutos para hacer realidad un sueño, pero apenas el juez inglés Howard Webb decretó el final del compromiso 64 de Sudáfrica-2010, el bigotudo Vicente del Bosque se abrazó con todo su cuerpo técnico, Iker Casillas arrodillado daba la impresión de darle gracias a Dios, Piqué se tiró y besó la gramilla del Soccer City, sagrada desde ahora para los ibéricos; el Niño Torres se olvidó del desgarro para tirársele encima a Busquets, David Villa sonreía y levantaba los brazos y Charles Puyol, apenas felicitó a cada uno de sus compañeros sentándoles un merecido beso en la mejilla, se acordó de que en la misma cancha sus colegas, los naranjas, lloraban como ellos, pero de la tristeza.

Como todo un caballero fue y le levantó el ánimo a Sneijder y Robben, los más golpeados moralmente por la derrota, y luego se dedicó a buscar a su técnico Del Bosque. Cuando Puyol llegó a su lado se las ingenió para convencer a Sergio Ramos y Fabregas para conformar un complot y levantar al estratega que llenó de gloria a la península ibérica con el título en los 80 años del Mundial.

En fracción de segundos levantaron unas cuatro veces al que desde hoy es el técnico más laureado de la Madre Patria (por la calidad de lo alcanzado) y con ello la fiesta apenas comenzaba, los jugadores que jugaron con la camiseta azul, por cuestiones de localía, se pusieron la roja y con ese color encendido y unido al de la tribuna, hicieron que el país el arco iris terminara teñido de escarlata.

La Copa, que coqueteaba minutos antes del empezar el compromiso, frente a las 84.490 personas que ingresaron pagando, cuando el italiano Fabio Cannavaro lo exhibió y dejó en la mitad del gramado, destellaba una luz de gloria que poco a poco iluminó los corazones de los españoles, quienes en medio de la locura que produce una gesta como la que alcanzaron, no se olvidaron de sus fans y en coro les dieron gracias y dedicaron la primera corona para una nación llena de nobleza.

Mientras la Reina Sofía intentaba no celebrar mucho para no hacer sentir más mal al príncipe holandés Guillermo, uno a uno de los españoles pasó por la medalla de oro y apenas estuvieron todos juntos, en el segundo piso del estadio, Joseph Blatter, presidente de la Fifa, le entregó al portero Iker Casillas, determinante antes del 1-0- el codiciado trofeo que acreditaba y graduaba de campeona del mundo a España.

El arco iris no se dejó ver por respeto, ya que los confetis que aparecieron todos fueron color dorado, ese que se le entrega a los campeones y los cuales, como si se tratara de un cuento de hadas y no de la final de la edición 19 del Mundial, todos terminaron felices, celebrando bajo la lluvia de luces que cerró la jornada y sirvió para mostrarle al planeta que jugando bien al fútbol también se puede ser campeón.

Las grandes faenas no se merecen, sino que se buscan. Sin embargo, en esta ocasión España la mereció y luchó por alcanzarla. Por eso en su primera final, se convirtió en el octavo campeón del mundo, honor que compartirá el equipo de don Vicente con todos sus compatriotas desde este lunes cuando lleguen a Madrid para, con unos buenos vinos y el corazón palpitando a mil, digan  todos "olé".

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