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España desentierra dolor

25 de octubre de 2008
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La primera vez que Emilio Silva Barrera vio a su abuelo no lo identificó, pero tuvo la certeza de que por fin lo había encontrado. Su cuerpo se había confundido con la tierra y los restos de los otros 12 cadáveres que yacían junto a él en una fosa hacia 64 años.

Emilio, como otros tantos, pertenece a lo que él llama la "generación de los nietos", una prole en España que se crió con historias de la Guerra Civil contadas en voz baja y las heridas abiertas de viudas y huérfanos que no volvieron a ver a sus seres queridos.

Después de hallar a su abuelo, Emilio Silva Faba, quien se convirtió en la primera víctima identificada con prueba de ADN, recibió tantas llamadas que decidió fundar la Asociación para la Recuperación Histórica que hoy cuenta con 5.763 miembros en situaciones parecidas. Han exhumado cerca de 1.500 cadáveres y mil de ellos ya han sido reclamados.

Ese proceso, que se realizaba de manera independiente a la justicia ordinaria española, recibió hace un par de semanas un espaldarazo que nadie esperaba.

Por iniciativa del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón se abrió la posibilidad de que sean investigados los crímenes del franquismo y los desaparecidos sean censados. Este capítulo inconcluso en la historia moderna española busca escribir sus últimas líneas.

Se abre la investigación
Mientras para algunos Garzón es un ser vanidoso y ávido de atención mediática, para otros es un héroe.

Garzón se convirtió en figura internacional tras años señalando a personajes mundiales y locales por crímenes contra la humanidad, su lista incluye el auto de procesamiento contra el chileno Augusto Pinochet y la orden de arresto a Osama Bin Laden.

Después de mirar el sucio en el ojo ajeno y escuchar los cuestionamientos mundiales, decidió detenerse a mirar el propio. Hace unos días se declaró competente para investigar los crímenes de la Guerra Civil y la represión subsiguiente para lo cual pidió la colaboración de ayuntamientos y cerca de 20 mil iglesias.

Su decisión fue recibida con jolgorio y alivio por parte de los descendientes de republicanos, pero fue rechazada por la propia Audiencia Nacional y funcionarios de derecha que consideran que él no es competente y que no conviene revivir un pasado que es mejor olvidar.

Todavía se debate jurídicamente si Garzón está habilitado para desenterrar el pasado, pero mientras se falla al respecto el pasado viernes anunció que comenzaba el proceso para la excavación de una de las 19 fosas programadas: la tumba del famoso poeta Federico García Lorca.

En busca de los desaparecidos
El 18 de agosto de 1936, García Lorca fue fusilado por los sublevados en Granada y su muerte se convirtió en el símbolo del dolor y la injusticia de la guerra.

Durante años se ha especulado sobre la cuneta donde se cree está su cuerpo y pese a la oposición de sus descendientes de remover sus huesos se calcula que a mediados de noviembre se resuelva el misterio, porque los familiares de los dos banderilleros y el maestro que fueron enterrados con él quieren recuperar sus cuerpos.

Para Alberto Veira Ramos, docente de Sociología en la Universidad Carlos III de Madrid, las intenciones de Garzón van más allá de su mero deseo de ofrecer justicia tardía al país: "He oído que quiere desenterrar la tumba de Lorca porque va a ir la BBC y él quiere salir ahí".

Veira está de acuerdo con la reparación a las víctimas pero cree que el método es errado y que surgió como arma electoral de José Luis Rodríguez Zapatero para ser reelegido y ahora como trampolín para la imagen del polémico juez.

Lo cierto es que como García Lorca hay miles de personajes anónimos bajo tierra y miles de familiares que quieren sanar heridas.

Entre ellos está José Luis Puente que busca a su abuelo Delfín, torturado y fusilado, y a su hermana Pura desaparecida con seis meses de embarazo. "Los familiares tenían que llorar su pena y su impotencia en silencio. Lo único que queremos es poder pasar página, como lo hicieron los que ahora se oponen a esto" afirma Yolanda Peon Rubiera, esposa de José Luis.

A su voz se une la de Manuel Santos Recio que busca hacer justicia por su abuela que "se fue al otro mundo sin encontrar los cuerpos de su padre y su hermana para darles cristiana sepultura".

Emilio resalta que ha despertado un gran movimiento social, porque todavía hoy, 30 años después del final de la dictadura, existe temor y las víctimas apenas están empezando a salir de su silencio y exigir la reparación moral de sus heridas.

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