María Helena Toro cada día se acerca más al lugar donde están los restos de su hijo Óscar Iván.
Durante casi 11 años ella y su esposo han movido cielo y tierra para saber qué le pasó a su muchacho la noche del 28 de diciembre de 1997 en el municipio de San Juanito, Meta. Supieron que lo mataron porque muchos compañeros anónimamente los llamaron a pedirles que fueran por él, que "no lo dejara tirado".
"Según los testimonios de otros soldados, compañeros de mi hijo, esa noche se escuchó una explosión y dos disparos. El comandante de la compañía El Tigre, de la Brigada Móvil No.1, hizo que levantaran inmediatamente el campamento y ya nadie volvió a ver a Óscar", cuenta María Helena con los ojos encharcados.
"Él me llamaba y decía que tenía muchos problemas con su superior, el teniente Iván Ramiro Rodríguez Piza, que cuando llegaban soldaditos nuevos los mandaba al frente; que una vez un compañero se cayó por un peñasco y el teniente dijo que lo dejaran ahí por ser negro. Entonces mi hijo bajó por él. El muchacho perdió un ojo, un brazo y una pierna en esa caída pero está vivo", cuenta la madre.
De hecho días antes de que desapareciera, Óscar Iván llamó a su mamá, en Medellín, para contarle que el teniente le había tirado una vela prendida a la carpa y se la había quemado, sin justificación alguna.
El respaldo militar
Según el Informe 73/05, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Cidh, el 16 de abril de 1998, cuatro meses después de la desaparición de Óscar, el coronel Germán Galvis, jefe del Estado Mayor de la Brigada Móvil No. 1, presentó un informe en el cual indicaba que el 28 de diciembre de 1997 el soldado Óscar Iván Tabares Toro había lanzado una granada a la carpa en la que dormían el teniente Iván Ramiro Rodríguez Piza y el cabo Ernesto Rodríguez Rojas, tras lo cual se habría dado a la fuga. La hipótesis no prosperó.
En los primeros años del proceso, según María Helena, el Ejército evitó todo contacto con su familia.
"Recibíamos llamadas con amenazas, en otra me ofrecieron cincuenta millones por los documentos del caso, y otros anónimos que me decían que buscara el cuerpo en un hilito de agua entre las veredas Toledo y San Luis, del municipio de San Juanito (Meta)", dice la señora. Y hasta allá llegaron ella y su esposo, "solos, porque el Ejército no nos acompañó".
Finalmente, el pasado martes 29 de julio la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, dictó medida de aseguramiento sin beneficio de excarcelación contra el teniente Rodríguez Piza y el suboficial Rodríguez Rojas, hoy sindicados como presuntos responsables de la desaparición forzada del soldado Óscar Iván Tabares Toro.
Sus padres, lo único que quieren ahora, es que les digan dónde están los restos del joven, "para sepultarlo cristianamente. Sólo les pedimos eso", señalaron.
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