Parece que en muchos colegios no le están dando importancia a la ortografía, pues en varias ocasiones he visto escritos de estudiantes, no con errores de ortografía, sino con horrores, que tal vez se explican porque los jóvenes poco leen y escriben, no les dan importancia a las normas para escribir bien y se de1fienden en sus tareas con la ayuda del procesador de palabras.
Lord Chesterfield recriminaba así a su hijo adolescente por sus fallas ortográficas: “Quien comete faltas de este tipo se cubre de ridículo para el resto de su vida”.
El lord exageraba, pero hoy es cierto que una carta con errores de ortografía causa una mala impresión.
Por eso se entiende por qué un catedrático, cuando recibió un ensayo en el que se escribió ayer con h (hayer) y hoy sin h (oy), lo devolvió con una nota que decía:
“Corrija el informe y recuerde que la h es una letra moderna que no se usaba ayer y sí se usa hoy”.
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