Las primeras conversaciones entre el nuevo gobierno de Irán y las potencias occidentales fueron tan positivas, que habrá una segunda fase en octubre próximo, los días 15 y 16.
Así lo anunció ayer la Alta Representante de la Unión Europea, Catherine Ashton, después de calificar la reunión a nivel ministerial con funcionarios de Gran Bretaña, China, Francia, Alemania, Rusia y Estados Unidos celebrada en la sede de Naciones Unidas de "sustanciosa" y con "una buena atmósfera".
"Soy ambiciosa respecto a lo que podemos hacer, pero todos sabemos que debemos ser prácticos", dijo Ashton.
Esta fue la primera reunión que involucra a funcionarios del Gobierno del recientemente elegido presidente Hassan Rouhani, un clérigo moderado que ha mostrado una posición conciliadora frente a Occidente, a diferencia de su antecesor, Mahmoud Ahmadinejad.
El canciller británico William Hague dijo que hubo una "gran mejora en el tono y el espíritu" de parte del ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, en comparación con representantes de gobiernos iraníes anteriores.
Funcionarios de Estados Unidos e Irán se declararon optimistas ayer, pero las partes mostraron precaución: Washington diciendo que queda mucho por hacer y la república islámica destacando que se debe producir un alivio rápido a las sanciones en su contra.
En Irán el cambio de tono ante Occidente también ha provocado emociones. A los liberales les parecen prometedores hechos como la liberación de más de 90 personas detenidas en represiones políticas.
Los comerciantes buscan señales de un posible alivio de las sanciones bajo un enfoque gradual en las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán, y otros simplemente agradecen un respiro de la postura de confrontación de Ahmadinejad.
"Lo único que entiendo es que la postura de Rouhani es respetuosa, mientras que la de Ahmadinejad no lo era", dijo a Efe Hasan Makani, un trabajador de la construcción de 42 años.
Sin embargo, Irán ya ha pasado por cosas similares.
El presidente reformista Mohamad Jatami asumió el cargo en 1997 con expectativas similares de un acercamiento con Washington. Pero Jatami tuvo la fuerte oposición de los conservadores, quienes ayudaron a elegir como su sucesor a Ahmadinejad.
Pero Ruhani enfrenta una presión mucho mayor, tanto en el país como en el extranjero: tiene que reanudar las conversaciones sobre el tema nuclear con las potencias mundiales y persuadir a Estados Unidos y sus aliados de que aliviar las sanciones llevará a concesiones iraníes, que todavía no están claras.
La Guardia Revolucionaria también es un factor negativo en potencia si considera que Ruhani está yendo demasiado lejos, muy rápido, incluso con el apoyo aparente del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
La Guardia es la única institución capaz de enfrentarse al proceso y presionar por echarlo atrás. Sin Jamenei, la legitimidad del acercamiento de Ruhani a Washington perdería mucha fuerza.
Y la Guardia ya parece incómoda en la posición inédita de espectador. Jamenei ha advertido a los jefes de la institución que se mantengan alejados de la política, expresando que era hora de una "flexibilidad heroica" en la formulación de políticas.
Jamenei también permitió que Ruhani designara a su canciller, graduado en Estados Unidos, para que dirigiera las conversaciones sobre el asunto nuclear, quitándoselo de las manos a los funcionarios de seguridad.
En respuesta, la Guardia advirtió a Ruhani que no debe extralimitarse. La agencia de noticias Fars, vinculada con esa institución, incluso criticó la traducción de la entrevista de Ruhani con la cadena CNN, en la que calificó de "lamentable" el Holocausto.
"La flexibilidad heroica no incluye la pasividad o la rendición", dijo el jefe en funciones de la Guardia, Hossein Salami.
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