x

Pico y Placa Medellín

viernes

no 

no

Pico y Placa Medellín

jueves

no 

no

Pico y Placa Medellín

miercoles

no 

no

Pico y Placa Medellín

martes

no  

no

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

no aplica  

language COL arrow_drop_down

Jonnathan y José Gabino volvieron al cielo

LOS MEDALLISTAS OLÍMPICOS fueron recibidos por la gente de El Retiro como si se tratara de héroes. Ingresaron, primero en el carro de bomberos, y después fueron llevados en hombros. La administración municipal los colmó de homenajes y premios.

  • Jonnathan y José Gabino volvieron al cielo | Manuel Saldarriaga, El Retiro | Jonathan Botero, izquierda, fue aclamado por El Retiro. El campeón olímpico juvenil de ciclomontañismo y ganador del oro por equipos, tuvo la compañía del pesista urabaense José Mena, quien vino a Medellín con la ayuda de Indeportes.
    Jonnathan y José Gabino volvieron al cielo | Manuel Saldarriaga, El Retiro | Jonathan Botero, izquierda, fue aclamado por El Retiro. El campeón olímpico juvenil de ciclomontañismo y ganador del oro por equipos, tuvo la compañía del pesista urabaense José Mena, quien vino a Medellín con la ayuda de Indeportes.
30 de agosto de 2010
bookmark

Jonathan y José Gabino subieron, en El Retiro, al cielo de sus alegrías. Ninguno de los dos medallistas olímpicos se la creía. Los ojos se quedaban pequeños para ver a todo un pueblo rendido a sus pies.

La historia, contarán los abuelos, sucedió en Singapur, y el festejo en un pueblo que ama al ciclomontañismo.

El primero es de El Retiro y el otro, un distinguido invitado que, al llegar desde tan lejos, más allá de los confines del planeta, no fue reclamado por nadie en una gélida noche de domingo en el aeropuerto José María Córdova.

Para Jonathan y José Gabino sus medallas de oro y plata, conseguidas en los Juegos Olímpicos de la Juventud, resultarán inolvidables. Un momento mágico que únicamente el deporte les podrá entregar como sólido recuerdo de sus hazañas. Pero lo de ayer, en El Retiro, que estuvo muy cerca de sus corazones, será un episodio de esos que quedan grabados por siempre.

Durante tres horas estuvieron absortos en medio de la caravana que los acompañó, hasta dejarlos en unas calles principales que estuvieron adornadas con banderas tricolores, como si alguien viniera de una gesta libertadora. Y eso fue lo que hicieron ambos precisamente en Singapur.

"Jonathan... Jonathan", era el grito de cientos de niños de los colegios y escuelas, que se escuchaba desde las atiborradas aceras, donde la gente dirigía sus expresiones de cariño hacia quienes brillaban en lo alto del carro de bomberos, con sus camisetas de Colombia teñidas en amarillo y rojo.

El oro y la plata pendían en el cuello de ambos atletas juveniles. De unos muchachos que fueron hasta la cola del mundo para demostrarles, a los niños, especialmente, que ser deportista sí paga, como lo enfatizaron en las emocionadas palabras ante el pueblo guarceño que los aclamó en el parque principal.

A Jonathan, el hijo del pueblo, le costaba creer lo que veía, porque la costumbre siempre le mostró unas vías tranquilas. Ahora estaban ocupadas por decenas de chiquillos en bicicletas de ciclomontañismo, sus compañeros, como registro de primera mano del club Correcaminos, esa fábrica de campeones que ya tiene siete reyes panamericanos y a un titular olímpico de la juventud. El sueño que siempre le supo tejer ese mentor de charreteras conquistadoras que es Iván Darío Echeverri.

"Mi hermano, esto es increíble", le repetía José Gabino, al que nadie de las pesas fue a reclamar, como tampoco apareció ninguno de Mutatá o Apartadó de donde se vino a Medellín, para ser un haltero capaz de conseguir el premio de plata como testimonio de su esfuerzo individual.

Fiesta pura, incluso con el estallido de voladores; frenesí total, en el que estuvo un "invitado", a quien por puro amor también llevaron en hombros, al que le dieron las llaves del municipio y un premio de 400 mil pesos. Adoptado, eso fue lo que sucedió con el morocho, quien vive sus alegrías personales con Leydy y su pequeño hijo Léider Andrés, en Medellín.

Mientras, Jonathan Botero reclamaba lo suyo: el cariño de la familia, de los coterráneos, de una orgullosa noviecita, de los compañeros del colegio, de la profesora Margarita que le enseñó Biología y del alcalde Carlos Mario que no cabía de regocijo. De una comunidad urgida de líderes, de espejos en los qué mirarse grandes. Ese era el cielo de Jonathan al que José Gabino Mena también subió.

Te puede interesar

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD