Pablo Gómez es artista. Vive en Nueva York, es de Medellín y por estos días expone en Cartagena, en la Bienal Internacional de Arte. Gordon Demolition es la instalación. Una oficina registrada en cámara de comercio, especialista en demoliciones perfectas y que hizo parte de una obra que expuso, en agosto, en Suramericana. Pablo conversa. La historia es parte de la obra, de alguna manera y él mismo la cuenta.
- "Llego yo a Nueva York después de salir de Colombia, donde ya el conflicto está un poquito más calmado, donde ya la mafia y los carros bomba han pasado, y veo que están tumbando edificios, para hacer otros. Me impresionaba que caminando por la universidad veía unas bellezas de edificios que para ellos eran viejísimos, acabados, pero para mí no, porque yo sé lo que es un edificio vuelto nada, lo que es la pobreza. Ellos tumbaban esos edificios y hacían otros. Lo que más me impresionaba era que yo vivía en Nueva York y seguía viendo, entre comillas, una destrucción y una violencia en los materiales. Tengo que aclarar que no era sobre la sociedad civil y las personas, sino sobre los materiales.
Ahí hago el switch con la obra y con la arquitectura. Era por un lado ver que en Colombia había un conflicto y un problema político y se resumía en carros bomba y ver cómo en Nueva York, con otros escenarios distintos, veía demoliciones. Desde ahí ese tema de la demolición para construir, construir para demoler y destruir para cambiar un país, me generó tensión: qué cosa tan loca la idea de progreso, cómo cambia de ciudad a ciudad.
Entonces me pongo dentro de la obra, a complejizar mi postura como arquitecto y como artista. A decir, qué pasaría si a mí me llaman y me dicen, bueno, haga una demolición, diseñe pues un incendio.
Empiezo a especular con los materiales. Tomo cajitas de acrílico y hago un montón de ensayos de cómo hacer una demolición perfecta. Tomo una cajita de acrílico, la pongo en una perspectiva del paisaje en la ciudad y la lleno de humo. Eso simplemente es un ensayo hipotético de cómo demolería un incendio y así sucesivamente toda la exposición, con estos montones de pruebitas. Ese es el hilo narrativo de lo que presenté en Suramericana, en agosto.
¿Qué pasa? Esa muestra no tenía el nombre de ninguna demolición y simplemente se llamaba Acá y allá y como fue paralelo al Salón Nacional, esta curadora venezolana, Gabriela Rangel, por casualidad vio mi obra. Dentro de ella hay una parte muy especial y es que para no contar todo el rollo, me invento una empresa de demoliciones.
Todo lo que estás viendo es el ensayo de una empresa de demoliciones que está buscando la demolición perfecta. Vos realmente estás mirando todo ese montón de sobraditos, de quebrados, concretos, mesitas que se doblan, mapas, fichitas, humos, estanterías torcidas, pero cuando digo esto es una empresa, preguntas, bueno, si nosotros estamos construyendo y siendo tan tesos, y un montón de cosas, por qué hay inundaciones, huracanes, por qué se caen los edificios... si uno lo mira desde otro punto de vista, de pronto es que no estamos construyendo tan bien. De pronto estamos aprendiendo es a demoler.
La mentira que yo me inventé fue una empresa de demoliciones a la que le puse un nombre, Gordon Demolition. Hago la ficción de que esa es la oficinita, pero cuando ya se complican las cosas, y esto ya es una estrategia de arte conceptual, lo que hago con la empresa es que la creo de verdad, de verdad.
Me voy para la cámara de comercio, saco el certificado, saco mi cuenta de ahorros, pauto en las páginas amarillas. Ya no hablo del arte, sino que puedo decir, es una empresa de verdad. Cuando se complejiza presento eso en una sala de arte. Eso es una estrategia muy normal del arte conceptual, que es el que busca la idea y cómo esa idea se trata de meter en el mundo real.
Lo que me interesaba no era solo hablar de arte, sino que el público sintiera que es responsable de esa demolición. Al yo decir que la empresa es de verdad, el público tiene un enredo, una pregunta, cómo así que si estoy viendo arte, esto es de verdad. Cómo así que yo puedo contratar a este man. Lo que me interesa es que el público sepa que tiene la responsabilidad.
Cuando yo creo la oficina, eso es lo que esta curadora ve. Le cuento toda la carreta. Ella se ríe y dice, muy bonita esta ficción, y le digo, no, un momentico, es que eso es lo importante: no es ficción. Ahí la señora me invita a la Bienal de Cartagena, con este pedacito, la oficinita del Gordon Demolition.
No me escogen toda la muestra de cómo hacer las definiciones y demoliciones, sino la oficinita, en la que están todos los papeles de la creación de la empresa y algunos ejercicios de cómo demoler mejor.
Para viajar a Cartagena, simplemente la obra se mueve y la estrategia que hago es enguacalarla. Cojo todos los guacales y los exhibo. Marco los guacales, Nueva York- Medellín, Cartagena 2014. Es como si el Gordon Demolitions estuviera desempacando para mirar que demuele o destruye en Cartagena".
Pico y Placa Medellín
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