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LO MISMO DE ANTES

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31 de marzo de 2012
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Una voz solitaria se alzó en el Congreso en contra del horror de reforma constitucional mal llamada marco para la paz, la del congresista de la U, Miguel Gómez Martínez.

Y no es fácil hacerlo, porque hablar contra la paz es como hablar en contra del Niño Dios. Pero cuando se mira en detalle lo aprobado, no deja uno de quedar sorprendido frente a la Patria Boba que de nuevo vivimos.

La ausencia de debate muestra un doble discurso frente a las víctimas.

No se ha escuchado una voz para criticar esta amnistía por la puerta de atrás para los guerrilleros de las Farc y del Eln. Las del Polo o las de las ONG retumban en su silencio.

Las víctimas de estos grupos, de sus masacres, de sus atentados terroristas, de sus secuestros, de sus mutilaciones, de sus desplazamientos, de su reclutamiento forzado, de sus violaciones tendrán que aceptar con resignación que sus victimarios sean congresistas, alcaldes y de pronto Presidentes.

Y que no tengan ni justicia, ni verdad ni reparación.

Esa es la evolución de este país, ahora en la administración Santos. ¿Dónde quedó el discurso que escuchamos de los medios que también han guardado un vergonzante silencio? ¿Donde está la voz de la oficina de DDHH de Naciones Unidas que parece silenciada por la complicidad con la paz?

El marco para la paz es una amnistía disfrazada, no nos digamos mentiras. Por eso lo elevan a rango constitucional.

Los 'vivancos' y 'gallones' del país y del mundo se arropan en la misma complicidad ideológica que deja en claro que una masacre de uno es repudiable y merece, es más se exige, sea castigable, mientras la del otro, no.

Que indignación.

Pero no para ahí el desatino de esta propuesta.

Por un lado, les manda la señal equivocada a las Farc. Les dice tranquilos, cometan todos los horrores que al final negociamos y así esto acaba en una amigable componenda como la que trataron de arreglar sin éxito Gaviria, Samper y Pastrana (en el exceso).

Por otra parte, entregan, antes de una negociación, la joya de la corona y gastan un fusible, el Congreso, que da un margen de maniobra absolutamente necesario.

Y finalmente, la bobadita de mensaje a las Fuerzas Armadas, que victoriosas después de los ocho años de respaldo indeclinable y franco, ahora tienen que aguantarse las dudas del debate del fuero militar y una llave de la paz que Santos ya sacó, y el país no se ha enterado.

¿Qué se va a entregar en un acuerdo de paz? Ya se entregó de antemano que paguen unos añitos de cárcel. A cambio de nada y con el apoyo de los partidos Conservador y de la U.

Es increíble que este debate haya sido tan precario. Demuestra que el norte ideológico de estos partidos muchas veces está más ligado a la burocracia que a la defensa de los colombianos que recibieron una segunda oportunidad en el gobierno pasado, después de sentir durante décadas el azote de los violentos.

Pero bueno, está de nuevo la socialbacanería, como le dice Uribe, en el poder.

Esa élite bogotana que desconoce el país por fuera de la capital, Anapoima o Cartagena, coopta medios con pauta, gobierna a punta de encuestas y hace lo que les conviene a estas, y no al país.

Así se dilapida una fortuna que se recibió. Para no hablar de los huevitos que hace rato murieron.

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