Asusta que se hayan detectado ocho nuevos focos grandes de deforestación en el país (uno de ellos en Antioquia) y que la noticia haya tenido tan poco eco en nuestros medios.
Asusta, además, que el tema medioambiental haya pasado de largo entre los candidatos presidenciales, como ha pasado en casi todos los que hoy nos gobiernan.
Y asusta más que sea el mismo Estado el que incentive la tala de las escasas selvas que quedan: la última cifra de tala anual, que se actualizará en el segundo semestre, es de 296.000 hectáreas, casi un departamento como el Quindío.
Sí, la normatividad actual exige al campesino talar a escondidas si quiere dejar de talar ilegalmente. Y no es un juego de palabras. Es el contrasentido de una burocracia gobernando desde cómodas oficinas alejadas de la realidad.
El cuento es este: si un campesino desea pedir permiso para una tala, debe hacerse el estudio pertinente. Este cuesta alrededor de ocho millones de pesos.
El campesino en no pocas regiones gana menos de un mínimo. Para reunir el dinero, debe talar ilegalmente, vender la madera y luego proceder con los trámites.
A veces le resulta más fácil venderles el permiso a otros, un negocio redondo, un tráfico de licencias, pues el comprador la utiliza para otro lote. No hay personal para revisar en el terreno.
Lo otro que le queda es talar simplemente, más sencillo.
Eso sucede, por ejemplo, en el Nordeste antioqueño, que precisamente es uno de los ocho nuevos focos reportados por el Ideam y el Ministerio del Ambiente: las estribaciones de la Serranía de San Lucas, entre Cáceres, Remedios y El Bagre.
Es uno de los tres reductos importantes de bosque que quedan en el departamento (los otros son Paramillo y Atrato) y es el que presenta la mayor tasa de deforestación.
Pero hay más. En el norte del Chocó queda una de las tres zonas identificadas en el estudio de 2013.
Uno de los mayores ingresos de la Corporación Autónoma de ese departamento, Codechocó, proviene de las licencias para extraer madera.
Mientras más se tale más se asegura la nómina, el funcionamiento y, qué contraste, la vigilancia de los recursos naturales.
De esto no hablan los organismos cuando presentan nuevos reportes de deforestación. Y solo son dos muestras.
En qué país vivimos.
Maullido: ¿quién dijo que las calles peatonales deben ser solo para el centro?.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
