El canal de televisión Cholusat Sury Radio Globo salieron ayer del aire en Honduras después de que el Gobierno interino suspendió algunas libertades civiles, permitiéndose cerrar temporalmente los medios de comunicación que alteran "la paz y el orden", prohibir cualquier reunión pública y arrestar sin necesidad de una orden judicial.
Las restricciones, contempladas en un decreto, no apaciguaron el ánimo de los simpatizantes del presidente depuesto Manuel Zelaya, y el dueño de la emisora Radio Globo , Alejandro Villatoro, anunció que estaban transmitiendo clandestinamente por internet.
La última movida de Roberto Micheletti agudizó la crisis política y las críticas no se hicieron esperar. La OEA y Reporteros sin Fronteras condenaron la medida.
El presidente del Congreso, José Alfredo Saavedra, pidió la derogación del decreto, a lo que Micheletti dijo que haría consultas con la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Supremo electoral e incluso candidatos presidenciales para decidir al "término de esta semana".
Para el experto en situaciones de crisis, Mauricio de Vengoechea, Micheletti está asumiendo una posición demasiado intransigente que generará más rechazo mundial.
El analista político añadió que Zelaya venía cometiendo una serie de errores, pero que "desde su llegada a Tegucigalpa pasó a ser el bueno de la película, dejando el papel de malo a Micheletti que restringe libertades para encarcelarlo".
Críticas también para Zelaya
"El regreso de Zelaya sin un acuerdo es irresponsable e imprudente (...) Él debería cesar y desistir de hacer alegatos salvajes y de actuar como si fuera el protagonista de una vieja película", dijo ayer el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Lewis Anselem, quien instó a Zelaya a dejar de actuar como una "estrella de cine" para portarse como "un líder".
El diplomático también tildó de "deplorable" la actitud del Gobierno de facto, que el domingo prohibió el ingreso a Honduras de la misión de la OEA y declaró estado de sitio.
El mismo día el gobierno de Micheletti lanzó una advertencia a Brasil y le dio diez días para definir el estatus de Zelaya, que se hospeda en su embajada en Tegucigalpa hace ocho días, o perder la inmunidad de su legación.
Brasil envió ayer una segunda carta al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas diciendo estar preocupado por las "amenazas" y el "ultimátum" del Gobierno interino. Horas después, Micheletti le dio un parte de tranquilidad, asegurándole que no entrará a la fuerza a la embajada y enviándole un "fuerte abrazo".
El analista político Rubén Darío Acevedo cree que con los últimos hechos la posibilidad de diálogo se aleja y, aunque sabe que es casi imposible, considera que la solución sería que Zelaya compareciera ante los tribunales y obtuviera garantías de ley.
Para De Vengoechea ambos mandatarios deberían ceder el puesto a una tercera persona, que en este caso sería el presidente de la Corte Suprema de Justicia, mientras se celebran las elecciones de noviembre, que necesitan ser avaladas por la comunidad internacional.
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