Rusia reconoció ayer a las dos regiones rebeldes de Georgia como estados independientes, una decisión que aumentó la tensión en el Cáucaso y puso a Moscú en oposición a las potencias occidentales.
El presidente ruso Dimitri Medvedev dijo que el deseo de Georgia de recuperar por la fuerza a Abjasia y Osetia del Sur destrozó la esperanza de una coexistencia pacífica.
"(El presidente georgiano Mijaeil) Saakashvili eligió el genocidio para resolver sus tareas políticas. Los pueblos de Osetia del Sur y Abjasia se han expresado más de una vez en referendos apoyando la independencia de sus repúblicas. Entendemos que después de lo que pasó tienen derecho a decidir su propio destino", dijo.
Saakashvili, a su vez, calificó la movida de "completamente ilegal".
Tanques y soldados rusos aún ocupan partes de Georgia desde el estallido de una breve guerra por Osetia del Sur a comienzos de este mes. Esa fue la primera vez que Moscú envió tropas a otro país desde la caída de la Unión Soviética en 1991.
Medvedev dijo, además, que Rusia ayudaría a Abjasia y Osetia del Sur a defenderse si fueran atacadas y señaló que no tenía planes de intervenir en otros conflictos en ex estados soviéticos.
Críticas desde Occidente
Estados Unidos, la Otan y potencias europeas criticaron la maniobra de Moscú.
La secretaria de Estado de E.U., Condoleezza Rice, describió la decisión como "lamentable", mientras la canciller alemana, Angela Merkel, la definió de "absolutamente inaceptable". Gran Bretaña rechazó "categóricamente" el anuncio y Francia dijo estar "consternada".
Esta decisión eleva aún más las tensiones entre una Rusia que parece actuar sin importarle las presiones internacionales y un grupo de países occidentales que tienen las manos amarradas para realizar cualquier acción contra el Kremlin.
Pese a la abierta oposición de las potencias occidentales al respaldo ruso a la independencia, en la práctica la capacidad de castigar a Moscú es limitada.
La aplicación de sanciones de la ONU contra Rusia está fuera de discusión porque Rusia tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad.
Las grandes potencias también están conscientes de que cualquier acción contra Moscú puede hacer que el país retire su apoyo en la disputa por el programa nuclear de Irán y al tránsito de fuerzas de la Otan en Afganistán.
La represalia podría ser excluir a Rusia del Grupo de los Ocho países más industrializados o bloquear su ingreso a la Organización Mundial del Comercio.
Medvedev, sin embargo, ante las críticas internacionales, dijo que no tenía miedo a una nueva Guerra Fría.
"Nada nos asusta, ni siquiera la posibilidad de una Guerra Fría, pero no la queremos", dijo el Presidente.
Antes del anuncio del mandatario, el enviado de Rusia a la Otan, Dmitry Rogozin, aseguró que un nuevo congelamiento en los vínculos de Rusia con la alianza de defensa era inevitable.
"La situación actual me recuerda a Europa en 1914 cuando, por un terrorista, las potencias líderes del mundo chocaron", dijo Rogozin.
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