Estoy seguro de que si el gran escritor francés del siglo XIX, Honoré de Balzac, viviera en estos tiempos, haría parte de los personajes chinos que descubrí hace poco leyendo periódicos.
Resulta que en China cerca de un millón de internautas se ganan la vida publicando novelas y relatos a los cuales los "ciberlectores" pueden acceder por un poco menos de un dólar. Los escritores contratados para participar de esta nueva modalidad deben escribir cierta cantidad de palabras, lo que les demanda entre seis y diez horas diarias. La recompensa que han obtenido algunos: un sueldo anual de hasta 140 mil dólares.
Una cifra nada despreciable para Monsieur Balzac, quien permanentemente debía prestar dinero para comer y para comprarse un nuevo bastón de 600 francos, por ejemplo, que le diera la sensación de que era poderoso, de que él podía desafiar a la sociedad y vencer.
Balzac estaría feliz y se reiría de un trabajo así porque nadie como él vivió para escribir partiendo de que ésta era la única forma de olvidar los sufrimientos. "Trabajar, es levantarme todos los días a medianoche, escribir hasta las ocho, almorzar en un cuarto de hora, trabajar hasta las cinco, comer ¡Y vuelta a empezar el día siguiente! De este trabajo, ¡salen cinco volúmenes en cuarenta días!". Que alguien me diga si un trabajo como el que realizan lo chinos no sería perfecto para Balzac, quien de alguna forma mientras vivió hizo algo parecido pero con mayor intensidad.
No fueron pocos los libros de " La comedia humana " (la gran obra de Balzac donde describe minuciosamente la sociedad francesa de ese entonces partiendo de que el reino humano es como el reino animal) que fueron escritos contra el tiempo y por encargo. André Maurois en su libro " Prometeo o la vida de Balzac " recuerda, por ejemplo, el compromiso del escritor con Madame Béchet, quien requirió oficialmente a Balzac para que en el término de 24 horas le entregase los dos volúmenes que faltaban de los " Estudios de costumbres ", bajo pena de 50 francos para cada día de retraso. Dicho compromiso hizo que Balzac escribiera en 20 días, como se había pactado, la primera parte de una de sus obras más bellas: " Ilusiones perdidas ". Durante ese tiempo Balzac construyó episodios y personajes que se multiplicaron tan deprisa que la primera parte de este libro bastó para llenar los dos volúmenes debidos a Madame Béchet.
Si Balzac viviera en este siglo, engrosaría la lista de estos escritores chinos que no por el hecho de construir obras prácticamente por encargo y en poco tiempo no tienen por qué carecer de valor literario; porque con el perdón de tanto escritor solemne que dice trabajar arduamente pero sus escritos aparecen poco o nunca aparecen, a lo largo de la historia y gran parte de la buena literatura francesa del siglo XIX, se escribió bajo la presión del tiempo y con la necesidad a cuestas de que si no se entregaba pronto se corría el riesgo de morir de hambre.
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