Con algo de incredulidad por parte de la comunidad internacional, el cese el fuego anunciado ayer por el régimen de Damasco y los rebeldes del Ejército Libre debe entrar en vigencia hoy para detener el derramamiento de sangre en Siria.
La fiesta musulmana de "Aid al Adha" (Fiesta del Sacrificio), que celebra el mundo musulmán, fue la escogida para la ocasión de lograr la calma entre ambos bandos, después de causar 30.000 muertes desde marzo de 2011.
"Lamentablemente el presidente Bashar al Assad tiene un registro muy pobre de honrar sus promesas de alto el fuego, aunque ahora es distinto porque el régimen está al borde del derrumbamiento total", dijo a este diario Ali Alfoneh , especialista en Oriente Medio de American Enterprise Institute.
Los insurgentes anunciaron que cesarán sus operaciones militares entre hoy y el lunes, tal como propusieron esta semana al mediador internacional, Lajdar Brahimi.
Por su parte, el Ejército oficial se comprometió a proteger a los civiles y las propiedades públicas y privadas de cualquier agresión, al tiempo que advirtió a sus países vecinos de que no faciliten la entrada de terroristas. Sin embargo, el Comando General de las Fuerzas Armadas se reservó ayer el derecho a responderle a periodistas si ellos ratifican que los insurgentes reciben armas y combatientes provenientes del exterior.
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