En lo que recuerda viejas historias de la ya pasada Guerra Fría, Estados Unidos y Rusia mantienen ahora cierto nivel de tensión tras el arresto, por parte de agentes estadounidenses, de 10 supuestos espías rusos.
Aunque Rusia pidió explicaciones del hecho y calificó de "lamentable" el suceso, el gobierno de Estados Unidos aseguró que el caso de un supuesto espionaje en favor de Moscú "no afectará las relaciones" entre ambos países.
En rueda de prensa, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, indicó que las relaciones entre los dos países se encuentran en su mejor momento desde la etapa de enfriamiento padecida durante el mandato de George W. Bush (2001-2009).
Tras apuntar los logros obtenidos desde que ambos países declararon un "nuevo comienzo" en la relación bilateral el año pasado, y que incluyen la firma de un acuerdo de reducción nuclear, Gibbs aseguró que el caso de espionaje "no afectará las relaciones".
El presidente ruso, Dimitry Medvedev, visitó Estados Unidos la semana pasada y se reunió con el presidente de E.U., Barack Obama, el pasado jueves en la Casa Blanca.
Obama tenía conocimiento de la operación que preparaba la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) contra los sospechosos pero no sacó a relucir el asunto con su homólogo ruso.
Espías detenidos
Según la Fiscalía de Nueva York, durante décadas los supuestos espías residieron en áreas suburbanas de Nueva York, Nueva Jersey y de Washington y llevaron las vidas de cualquier ciudadano estadounidense.
Los sospechosos se mezclaban con el resto de la población y desempeñaban trabajos que no llamaban la atención, pero su actividad real era la de cualquier espía de manual, según los documentos presentados por la Fiscalía ante un tribunal federal de Nueva York.
Trabajaban en parejas para Rusia (algo que el ministerio de Exteriores de ese país negó y calificó de acusación "malintencionada") tenían identidades y pasaportes falsos, se reunían en secreto, escribían con tinta invisible y enviaban sus mensajes por radio a través de onda corta, y hasta tuvieron hijos en común para hacer más realista su situación en Estados Unidos.
Al llegar ayer a la fiscalía de Manhattan, el fiscal Michael Farbiarz dijo que "esta es sólo la punta del iceberg", al referirse a los acusados y a una investigación que los agentes del FBI siguieron durante al menos siete años.
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