Durante 48 años J. Edgar Hoover fue conocido internacionalmente por su labor como director del FBI de Estados Unidos.
No era católico, no llevaba una vida familiar porque fue siempre soltero y vivía solitario. A pesar de esto fue consciente de las graves consecuencias que tenía para las familias el olvido de Dios. Conoció bien los problemas de la sociedad de su país y por eso tiene tanto interés su testimonio: "Debemos retornar a la costumbre hermosa y vivificante de la oración en familia. La familia que se arrodilla en comunidad para rezar está forjando una fortaleza contra las furiosas oleadas del mal y la tentación. Estoy convencido de que se reduciría el mal en este mundo a un grado insignificante si las familias retornaran a la vieja práctica de la oración diaria".
Es triste comprobar que la oración en familia ha desaparecido en nuestro país, y eso es causa principal de los males sociales que estamos viviendo.
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