La devaluación de la moneda venezolana reconoció, en parte, una realidad. Para las importaciones que hacía Venezuela, la tasa controlada se había convertido en algo simbólico, ya que el gobierno había reducido drásticamente las divisas que vendía a esa tasa. La mayoría de las importaciones se venían haciendo a una tasa de cambio paralela, que oscilaba entre dos y tres veces la tasa oficial.
De manera que en lo que hace a las importaciones, la situación para el 2010, en la práctica, no debe cambiar mucho respecto a 2009. Y en lo que hace a las exportaciones no petroleras, las industrias que todavía puedan exportar algo, si es que aún existen, quizás enfrenten menos penurias. Pero es improbable que la devaluación estimule muchas exportaciones venezolanas, simplemente porque muchas empresas que las producían han dejado de operar.
Ahora bien, en lo que hace a las exportaciones petroleras, la historia sí es a otro cantar. El nuevo sistema crea una segunda "tasa oficial", la tasa petrolera, que se duplicó frente a la que existía el año pasado.
Esta es la tasa a la cual se liquidan, a bolívares, los dólares provenientes de las ventas externas de petróleo. Como el valor de dichas ventas constituye el grueso de los ingresos estatales, lo que ha hecho el gobierno con la devaluación es duplicar, de la noche a la mañana, sus ingresos en bolívares.
Paradójicamente esto le va a traer problemas al gobierno. Es muy probable que, en un año de elecciones, el Comandante opte por gastarse los mayores ingresos de bolívares. Al hacerlo, la gente recibirá esos bolívares y saldrá a consumirlos.
El problema es que en Venezuela una altísima proporción del consumo lo constituyen bienes importados. Entonces, cuando la gente salga a gastar, se van a agotar los bienes importados. Habrá que traer más del exterior. ¿Y de dónde saldrán los dólares para las mayores importaciones? Los dólares del petróleo no van a alcanzar. (Recordemos que lo que se duplicó fueron los bolívares del gobierno, no los dólares del petróleo). Es aquí donde surgirán los problemas: las divisas le van a escasear a Chávez.
Al gobierno le quedarán varias salidas. Una de ellas sería acudir a las reservas del país, y con ellas financiar el mayor consumo. Lo malo es que, eventualmente, las reservas se agotan.
Otra posibilidad es volver a devaluar, e imponer un programa de austeridad como sugiere la teoría económica. Pero en un año electoral esta salida es improbable. La otra posibilidad es que el gobierno se haga el de la vista gorda frente a la escasez de divisas, y que permita, como sucedió durante los últimos años, el resurgimiento de un nutrido mercado paralelo.
Sería una solución poco bolivariana y aún menos revolucionaria, pero probablemente le serviría para aguantar hasta que pasen las elecciones.
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El populismo no se circunscribe al norte de Sur América. Los esposos Kirchner en Argentina han decidido ponerse de ruana el banco central de su país. La razón en este caso fue que Martín Redrado, presidente del banco (independiente del ejecutivo según reza la constitución) no quiso prestarse a los juegos presupuestales del gobierno. El poder judicial paró de momento la destitución de Redrado ordenada por la mandataria. El congreso probablemente tome cartas en el asunto, y el desenlace es incierto. En juego están no solo las reservas internacionales de Argentina, sino la independencia de su banco central. Y el señor Redrado seguramente observó, respecto a su relación con los Kirchner, que el que juega con pólvora frecuentemente sale chamuscado.
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