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Un año decisivo para la paz

Aunque la opinión pública no se inclina con claridad por la idea de que la paz con las Farc se firmará, en 2014 será la prueba de fuego: hay elecciones y en Cuba deberán negociar lo que falta de la agenda.

  • ILUSTRACIÓN EMER´S
    ILUSTRACIÓN EMER´S
28 de diciembre de 2013
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Se esperaba que 2013 se cerrara con la firma de los cinco puntos principales del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Pero no se logró. Visto en términos de tiempo, el proceso de paz con las Farc se puede considerar frustrante. El presidente Juan Manuel Santos quería una negociación que se contara en meses, no en años, y no pudo.

Pero otros críticos más optimistas lo ven desde la orilla de los resultados que, aunque limitados, contienen dos logros sin antecedentes: el cierre de los puntos cruciales de Desarrollo Agrario Integral y el de Participación Política, dos de los huesos más duros de roer frente a una guerrilla agrarista y en procura de alcanzar el poder por las armas, como justificación contra la que llama “histórica exclusión bipartidista”.

Esos mismos críticos destacan que las partes, en medio de algunas tensiones menores, mantienen comunicación fluida y abierta. Han sabido soportar el encono que traen las bajas en el campo de batalla, sin sucumbir a las descalificaciones que arrecian en el país desde actores políticos y ciudadanos que no creen en el proceso y que, si estuviese en sus manos, estarían dispuestos a desmontarlo, tal y como lo han dicho desde la oposición Álvaro Uribe y Óscar Iván Zuluaga, jefes del Centro Democrático.

A esta visión más escéptica le salen otras patas que golpean la mesa: que las Farc hablan de dejación y no de entrega de armas, que no aceptan pagar cárcel por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, que siguen exigiendo una Asamblea Constituyente, que se quieren asegurar curules en el Congreso en medio de la impunidad frente a las víctimas, que no es claro que vayan a dejar el narcotráfico (por estar tan fragmentadas) y que resultan desbordadas (casi de “republiquetas”) sus exigencias en torno a la creación de más zonas de reserva campesina.

Pero quizá uno de los frentes de la guerra en el país que más sacude el proceso en La Habana son los continuos ataques terroristas de las Farc, el último en Inzá, Cauca, con saldo aterrador de nueve muertos. A las Farc se les reclaman más gestos unilaterales de paz, no solo treguas navideñas.

El proceso de diálogo, entre tanto, se convierte, y lo será aún más en 2014, en el colador por el que pasan los jugos de la campaña presidencial. Lo atraviesan los discursos del Gobierno y de la oposición. De los que defienden la “última oportunidad que le queda a una paz negociada” y de los que consideran que en Cuba “se le está entregando el país a la guerrilla”.

El año que comienza, con un escenario caldeado de debates, será también estratégicamente aprovechado por las Farc: fueron decisivas para llevar a Andrés Pastrana al poder, y luego lo fueron (por antítesis) para definir los triunfos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, hoy distanciados contendores. ¿Cómo evitar que las Farc manejen la campana del tinglado? He ahí ese dilema mayor.

Por lo pronto, la comunidad internacional (con Estados Unidos a la cabeza) mantiene su respaldo a las conversaciones en Cuba. Y en el país las encuestas avalan aún la salida negociada al conflicto. Desde los sectores más progresistas y de la izquierda democrática se demanda que el proceso no sea solo el cambio de armas por votos y curules sino que represente la oportunidad histórica de ajustar, perfeccionar y modernizar la democracia colombiana.

Tras un año a paso lento, pero de resultados esperanzadores, inicia el conteo regresivo para saber si por fin trazaremos la ruta irreversible de la paz.

Contraposición

EL PROCESO CON LAS FARC PARA EL 2014 TIENE UN PANORAMA OSCURO Y DIFÍCIL

Por GRAL (R) JAIME RUIZ BARRERA
Presidente Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares


La paz es un anhelo nacional. Todos queremos la paz, estar en contra es inaceptable. Nosotros acompañamos el proceso, pero insistimos en que debe tener tres principios. Uno: Acción penal contra los que se desmovilicen. Si hay impunidad no hay paz, una paz con impunidad es simplemente una tregua. Dos: hay que cortar de raíz el narcotráfico, fuente de ingresos que hace de esta organización una de las más poderosas del mundo. Tres: entrega de armas, no dejación. Si no hay entrega de armas no hay garantías. Queremos la paz, pero que se haga dentro de esas tres condiciones.     

Veo muy oscuro el panorama del proceso por las posiciones intransigentes del grupo terrorista. Cada día aumentan algo más no pactado en la agenda. Quieren hacer imposiciones que son inaceptables, razón por la cual el pueblo colombiano se ha pronunciado, no cree en el proceso.     

Hay otro ingrediente: llevamos 30 años negociando con las Farc en diferentes gobiernos. En todos estos procesos siempre ha terminado en un total fracaso, así pues que cuando no hay plena garantía ni confianza con quien se negocia, los resultados no son claros. Esa es la gran preocupación, negociar con gente que no genera credibilidad es bastante complicado y difícil.

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