Desde su origen, la gestión de UNE Telecomunicaciones ha estado rodeada de debates, que seguramente se revivirán ahora tras la firma de un memorando de entendimiento para la posible fusión con la empresa de telecomunicaciones celulares Millicom, de la que ya es socia en Colombia Móvil-Tigo, sociedad donde la compañía sueca tiene la mayoría accionaria.
El nacimiento de UNE en el año 2006, tras la escisión del servicio de telecomunicaciones de Empresas Públicas de Medellín, no fue fácil pues contó con el rechazo de quienes consideraban que simplemente ese era un paso para su privatización y más cuando se aceptó que operara como una empresa de régimen privado, con 100 por ciento de capital público.
Este fantasma de la privatización siempre la ha rodeado y ahí seguramente se centrará el debate a partir del martes en el Concejo de Medellín.
Lo fundamental es analizar, con criterios técnicos y no políticos, la conveniencia de esta alianza estratégica que es la consecuencia lógica y quizás el único camino que tiene la empresa para entrar en las grandes ligas del muy competido mercado de las telecomunicaciones, dominado por grandes transnacionales.
Así como no puede decirse que todo lo público es malo, tampoco puede asegurarse que lo privado sea lo bueno, en cuanto a la prestación de este servicio se refiere. Lo importante es que se analicen con seriedad las ventajas de esta posible alianza y la opción que ello representa para que UNE Telecomunicaciones salga del accidentado camino que le ha tocado transitar, saldar sus pérdidas acumuladas de 250 mil millones de pesos y posicionarse en el mercado como un fuerte competidor.
Desde la escisión del negocio de telecomunicaciones de EPM, tal como lo aprobó el Concejo de Medellín en octubre de 2005, por iniciativa del alcalde en ese entonces, Sergio Fajardo Valderrama, sobre UNE han caído una serie de denuncias por diversos motivos e investigaciones de responsabilidad fiscal.
Podría pensarse que en el fondo, buena parte de sus yerros nacen de decisiones administrativas. Y de las dificultades de enfrentar a grandes multinacionales sin tener un socio estratégico que les dé la dimensión requerida a las potencialidades del mercado de la telefonía móvil y a la expansión de la banda ancha (4G-LTE).
Disponer de un socio fuerte y con experiencia internacional, para competir con las alianzas consolidadas de Telefónica-Movistar y Telmex-Comcel, es hoy una necesidad imperiosa, pero no está exenta de riesgos que habrá que poner bajo la lupa en esta negociación con Millicom.
Sobre todo, teniendo en cuenta los antecedentes que han rodeados anteriores negociaciones de EPM en el campo de las telecomunicaciones, como fueron los casos de Ola y de Orbitel, esta última adquirida a través de la compra del 50 por ciento a sus socios privados, por 85 millones de dólares.
Sobre la negociación con Millicom no se han anticipado mayores detalles, pero la intención anunciada es la de conformar un operador de telecomunicaciones, con un portafolio integrado de servicios y cobertura nacional, mediante la fusión de la compañía que posee el 50 por ciento de Colombia Móvil-Tigo y UNE Telecomunicaciones.
Ante la importancia estratégica que tienen las telecomunicaciones y a las puertas de una subasta de tecnología 4G para potenciar el servicio de banda ancha móvil, esta fusión con Millicom es una alternativa que bien vale la pena considerar con juicio y tino.
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