La entrada al salón de desfiles estaba atiborrada de gente. Imagínense el tumulto propio de los días de final de fútbol en la taquilla del estadio... Una masa de personas que se confunde con un resignado afán. No importan, ni aquí en el desfile, allá en el estadio o en el concierto, los estrujones, el sofoco, el hambre, el paso lento del tiempo... La espera.
Todo se vale para ver a los ídolos en movimiento. Confirmar, así sea en medio de la fugacidad, que existen, que son de carne y hueso y que tal vez sonríen, se emocionan y se parecen un poquito a nosotros.
El miércoles en la noche 1.500 personas hicieron lo propio en Sao Paulo para ver desfilar a su icono Gisele Bundchen, quien, por lo visto y oído, desata tantas pasiones como Kaká o Fabiano. Nada de quejas por el retraso de una hora... Cada año, Gisele viene a cumplir la cita millonaria con la marca de ropa Colcci, casual y algo costosa. Por algo la tienen a ella como su imagen oficial.
150 fotógrafos se sumaron a la espera ferviente, aunque apuraron el reloj haciendo imágenes sociales del front row (primera fila de la pasarela), reservado para los actores y personajes del momento.
El salón estaba decorado con aires veraniegos: enormes telas en el techo semejaban carpas playeras, la pasarela lucía un aspecto de arena dorada y los invitados se sentaban en pequeños cojines forrados en tela de toalla.
Si bien estaba citado para las 9:30 de la noche, el desfile de Colcci comenzó sobre las 10:20... Las luces bajaron y los gritos evocaban el escenario de un concierto o un partido.
Al fondo, bajo una luz naranja intermitente se veía el nombre de la marca. Y allí apareció ella. Gritos, euforia, un poco de locura colectiva. Gisele! Uno, dos, tres... Veintisiete pasos sobre la pasarela. Trazos gigantes de sus piernas delgadas, vestida con un traje corto y de pelo suelto. Impávida, concentrada... Tiene brillo e imponencia.
De regreso al backstage, 25 pasos seguidos de una ovación que se va apagando, pero solo hasta que aparece de bermudas y sin camisa, el modelo Jesús Luz, que lleva sobre la espalda tatuado su nombre y el reclamo de ser el novio de Madonna.
¿Y cómo se ven los diseños de Colcci? Pocos se fijaron en eso. Con certeza responderán que Gisele salió tres veces, una de vestido, otra de shorts y que cerró de pantalones. Ah, y también que no desfila junto a nadie. Toda la pasarela, de ida y venida, de exactos 27 y 25 pasos, respectivamente, es para ella. Y también contarán que en la segunda y tercera salida respondió a los gritos con una sonrisa y el pulgar arriba.
*Invitada Sao Paulo Fashion Week
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6