Las tres de la tarde es cuando menos gente suele haber en los supermercados de Caracas. Pero a esas horas, si lo que se busca es papel de baño, azúcar o harina, la respuesta de los empleados suele ser tajante: "Se acabó".
Ver personas por las calles con bolsas llenas sólo con papel higiénico recién comprado y al entrar comprobar que no queda, deja claro que no es que no haya, sino que conseguirlo es fruto de una ardua peregrinación de establecimiento en establecimiento.
Otra estrategia habitual es darles una propina a los empleados para que avisen por SMS una vez llegan los productos más buscados.
Y con tan sólo diez minutos de fila para pasar por caja, se puede llegar a tener que esperar una hora. Las amas de casa venezolanas, cada vez que se topan con uno de los productos que saben que tal vez no vaya a haber el día que de verdad los necesiten, simplemente compran. Esta estrategia "preventiva" es lo que se ha dado en llamar "compras nerviosas" y en el caso del papel de baño ha llevado al gobierno a reforzar la oferta importando 39 millones de rollos más.
El día que este corresponsal tuvo que salir a la búsqueda del papel de baño parecía alentador ver que en los alrededores de Los Palos Grandes, zona de clase media-alta, no faltaba quien acarreara el papel en bolsas el pasado viernes a mediodía.
En medio de la escasez, Maduro habla de acaparadores y especuladores.
Sin embargo, poco tiempo había pasado cuando en dos establecimientos ya no había. Resulta fácil imaginar que esos son los sustitutivos naturales del papel "tualé".
Porque cuando falta, aunque los más pudientes se puedan permitir usar toallitas húmedas de bebé, lo normal es usar servilletas.
Lo siguiente, claro, es agua y jabón, salvo aquellos caraqueños que no tuvieron agua durante días por una avería en el sistema de distribución la semana pasada.
El caso es que cuando uno lo que ve por la calle son señoras con bolsas llenas de rollos de papel y no lo consigue, se da cuenta de que algo debe estar haciendo mal. El consejo de una ama de casa venezolana deja poco margen de duda: "No, vale, si no tienes quien te avise por mensajito, tienes que ir temprano".
¿Por qué? Muchos venezolanos se preguntan cómo es posible que esto esté pasando en un país que se autorreconoce rico y cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro habla de acaparadores y especuladores, así como de empresarios afines a la oposición que le han declarado una "guerra económica".
También reconoce que las compras nerviosas llevan a la "sobredemanda", como dijo el ministro de Comercio, Alejandro Fleming, quien calcula que a los 125 millones de rollos de papel higiénico que consumen al mes los venezolanos hay que sumarles unos "40 millones adicionales".
El economista Ángel García Banchs, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), dice que esas "compras nerviosas" se deben a la desconfianza en la situación del "jefe de hogar que quiere cuidar a su familia". Pero García Banchs va más allá y explica la situación apuntando a los controles de precios y de cambio de divisas como la causa de la escasez recurrente de determinados bienes.
Los controles de precios "hacen que muchos empresarios no estén estimulados a producir", incluso aunque acudan al "subsidio cruzado" al tratar de "compensar las pérdidas en los productos con precio regulado con ganancias en otros rubros", afirma García Banchs.
Mientras, el control cambiario instaurado desde la crisis causada por las protestas opositoras de 2003 para evitar fugas de capitales provoca que "los dólares no necesariamente vayan a donde los quieren los consumidores".
Así, el gobierno cambia a una tasa de 6,3 bolívares los dólares ingresados por la exportación de petróleo, una vez la empresa obtiene la autorización de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) tras diversos trámites burocráticos.
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