El peso económico de este bloque de países es indudable: está conformado por un mercado de 200 millones de personas; el PIB combinado los convierte en una de las diez economías más grandes del mundo; y su comercio representa el 50 por ciento del total de América Latina con otras regiones.
Aun así, lo más importante es la intención de ampliar y consolidar sus vínculos comerciales y económicos con Asía-Pacífico, una de las regiones del mundo con mayor proyección hacia el futuro.
Para Colombia, la Alianza representa una gran oportunidad para impulsar y diversificar su comercio de exportaciones que, como se sabe, está constituido, en muy buena parte, por bienes básicos con pocos niveles de agregación de valor. Además, el país se mantiene como una de las economías latinoamericanas que exhibe los más bajos niveles de apertura comercial.
Igualmente, la iniciativa debe servir para catapultar el desarrollo de la Costa Pacífica, región que, a pesar de su extensa y variada riqueza natural, se ha mantenido en el abandono. Esta es la oportunidad para que los colombianos volvamos los ojos hacia sus gentes.
Por ello, el Gobierno debe hacer los esfuerzos necesarios para que en dicha región, bien sea en Cali e, idealmente, en Buenaventura, se disponga de la infraestructura necesaria para que las próximas reuniones de la Alianza, que tengan como anfitrión a nuestro país, se hagan en estas ciudades.
En la medida que se consolida la Alianza del Pacífico y avanzan los diferentes TLC, Colombia afianza un modelo de desarrollo que apuesta por la creciente internalización de su economía. Con ello, el país tiene la gran oportunidad de apalancar su desarrollo en la generación de crecientes oportunidades de comercio, inversión, tecnología e innovación.
Lo que sigue, entonces, es que el Gobierno adopte y ponga en marcha verdaderas políticas sectoriales activas, especialmente para los bienes transables, y de promoción del comercio de exportaciones.
Es claro que el país adolece de una política industrial moderna y que la agrícola, antes que promover las exportaciones del sector, las inhibe a cuenta de la alta protección prevaleciente. Tampoco se ha avanzado mayormente en la exportación de servicios donde hay un espacio importante que no se aprovecha.
Como se ha vuelto lugar común, sólo unos pocos sectores económicos, como el agrícola, salen a criticar la participación del país en este tipo de iniciativas. Estas voces, acompañadas por los que ideológicamente se oponen al comercio internacional, ignoran el costo que para los consumidores representa una economía cerrada.
Fedesarrollo calcula que si el precio del arroz al consumidor fuera el mismo del mercado internacional, un millón de personas saldrían de la pobreza.
Evidentemente, la Alianza del Pacífico representa riesgos y amenazas para ciertos sectores, pero al mismo tiempo, significa grandes oportunidades de progreso, empleo y desarrollo para el grueso de la población colombiana.
El que la balanza final sea favorable dependerá tanto de la iniciativa privada como de las acciones y las políticas que despliegue el Gobierno.
PERSISTEN EN UNAS POLÍTICAS QUE HAN FRACASADO EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS.
Por JORGE ENRIQUE ROBLEDO
Senador de la República
La Alianza del Pacífico es el empecinamiento de quienes gobiernan a Colombia en unas políticas que han fracasado a lo largo de los últimos 25 años.
Las maravillas de las que habla Santos, con respecto a la Alianza del Pacífico me recuerdan las maravillas de las que habló César Gaviria cuando la apertura.
Recordemos que apertura económica y libre comercio son la misma cosa. Entonces llevamos 25 años destruyendo la industria nacional, destruyendo la estructura agropecuaria nacional y siguen con eso a pesar de advertencias, como por ejemplo de la SAC, que es una organización cercana al establecimiento colombiano, y sin embargo ha dicho que esta Alianza va a ser un desastre.
Esta es entonces la persistencia del presidente Santos de gobernar en contra del interés nacional para favorecer a unos cuantos colombianos muy poderosos que son los que realmente se benefician con este favorecimiento a los intereses extranjeros.
Lo que da a entender el presidente Santos es que Colombia es ahora la niña bonita que todo el mundo está buscando, posiblemente lo que significa es que va a terminar de prepago de ciertos intereses a escala global. Qué vergüenza que un presidente ofrezca a su país como si fuera una muchacha bonita.
